Yo fui levantado en Ciudad Mier en el 2011. Debo decir que corrí suerte porque estoy aquí. Los traumas y secuelas no se han ido del todo, pero ese miedo se transformó en agradecimiento a la vida por permitirme seguir aquí. Aún recuerdo el olor de aquellas personas y pude entender que el cuerpo tiene memoria...
Una vez caminando en la calle Reforma, de la Ciudad de México, me llegó un olor exactamente igual al de una de aquellas personas que me encañonó en el pecho y de manera automática comencé a llorar... Fue algo que no podía controlar y que me hizo trasladarme a ese momento en medio de la carretera, al mediodía, en el que aparecieron diciendo que me fuera con ellos o si no...
Realmente debo decir que no la pasé tan mal: fueron de 12 a 15 horas difíciles, pero aquí estoy.
Te agradezco porque hace años, cuando leí tu nota “La batalla de Ciudad Mier” en Gatopardo, me hiciste recordar ese lugar, me hiciste trasladarme y darme cuenta que pude haber sido una cifra más en la larga lista de asesinatos.
¡Y aquí estoy! Tu nota fue terapéutica y me ayudó a lidiar con el miedo, la incertidumbre y, sobre todo, a darme cuenta que debo seguir y debo salir. Hoy sigo viajando por México y el mundo, aunque tengo delirio de persecución. Lo importante es que amo la vida.
Gracias, porque sin saberlo me ayudaste a salir de mi encierro. Lloré y sigo llorando cuando leo tu nota: me hace darme cuenta de la fragilidad pero también de lo sublime que hay en la vida.
Hace unos días, mientras dudaba sobre la consulta del pasado fin de semana y me cuestionaba su real potencial para buscar justicia transicional, recibí el anterior mensaje. Las palabras de una víctima de la barbarie que ha gobernado al país en este siglo me regresaron a la pregunta íntima que hace tiempo me acecha: como periodista, ¿ha tenido sentido explorar la oscuridad humana?, ¿por qué seguir recorriendo caminos funestos de una realidad que no cede?
No tengo respuesta aún, pero si miles de personas anónimas han podido seguir y salir del marasmo, el país —y creo cualquiera— podría intentarlo también, más allá de consultas fraudulentas de origen o saboteadas por el destino. Sí, eso creo: el cuerpo tiene memoria y el olvido suele ser un deseo imposible.
deo@detective.org.mx