A unos días de que concluya 2023, podemos decir que este fue un año, en lo general, muy positivo para la economía mexicana.
En términos de crecimiento, se superaron todos los pronósticos originales, destacando el del Fondo Monetario Internacional (FMI), que pasó de un estimado de 1.7 por ciento, en enero; a 3.2 por ciento en octubre, muy cerca a lo que seguramente será el cierre definitivo de este año.
Uno de los factores que explica esto es la solidez y predictibilidad de las políticas económica y fiscal, así como la prudencia y oportunidad de la política monetaria.
Estos elementos han transmitido confianza a los mercados internacionales, misma que se refleja en un importante incremento de la inversión extranjera directa (IED) en el país.
Este indicador registró un nuevo máximo histórico en el tercer trimestre del año, acumulando casi 33 mil millones de pesos, 30 por ciento más que el mismo periodo del año anterior, si se descuenta el efecto de las operaciones atípicas (como Televisa y Aeroméxico).
Desde luego, las nuevas dinámicas de la producción y comercio internacionales han contribuido en mucho a este resultado, pues el fenómeno de relocalización (nearshoring), ha encontrado en el país un destino crecientemente atractivo para ello, tanto por su ubicación geográfica como por la estabilidad económica de los últimos años.
El mercado laboral, asimismo, ha dado importantes señales de fortalecimiento, al acumular un millón 700 mil personas ocupadas adicionales entre el tercer trimestre de este 2023 y el mismo periodo del año pasado, un crecimiento de tres por ciento.
La política de incremento del salario mínimo ha tenido, junto con otras como las transferencias directas, un impacto muy importante en el indicador quizás más importante para México: el combate a la pobreza.
Este año, con cifras del Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social (Coneval), conocimos de un inédito resultado en esta materia: 5.1 millones menos de personas en situación de pobreza.
Sin este logro, a la vez causa y consecuencia del resto, poco sentido tendrían los anteriores indicadores.
En suma, y quizás para contrariedad de algunos críticos impermeables a los datos, 2023 fue un año positivo para la economía mexicana que, si bien no está exenta de importantes retos en lo inmediato, deja una base para eloptimismo de cara a un año tan complejo en lo político como lo será 2024.
Alfa positivo. En la misma tendencia que lo reportado para los tres primeros trimestres, la actividad económica creció en 4.2 por ciento anual al cierre de noviembre, de acuerdo con los datos preliminares publicados por INEGI. Detrás de este crecimiento se encontraron, de manera destacable, los sectores industrial y de servicios.