Política

¿Con María Corina? No, mexicanos al paso que marca Maduro

La consagración mundial de la valerosa María Corina Machado les mete ruido a nuestros izquierdosos, estancados como están en el campo del sectarismo e incapaces, entonces, de reconocer a una auténtica y ejemplar luchadora social.

La mujer se enfrenta a un miserable tirano –un sujeto que lo primero que hace es encarcelar a quienes se le cruzan en el camino, pretextando las más estrafalarias causales—, un tipo ensoberbecido, siniestro y canalla que tortura a los opositores o los manda matar.

El mero hecho de atreverse ella a encabezar un movimiento para restaurar la democracia y la libertad en la muy sufrida Venezuela (a ver, adoradores de Nicolás Maduro, ¿les dice algo que NUEVE MILLONES de venezolanos hayan abandonado el terruño escapando, en su desesperación, a la asfixiante realidad del «Socialismo del s.XXI»?) la ha llevado, para no correr la suerte de tantos y tantos de sus pares, a afrontar las durezas de una obligada clandestinidad.

A propósito de algunos de los calificativos inscritos en los párrafos anteriores, se permite evocar este escribidor los tiempos en que frecuentaba los círculos de nuestra izquierda vernácula, espacios donde resonaban referencias tales que «luchador social», «pasar a la clandestinidad» o «enfrentar al poder», testimonios de una personalidad punto menos que heroica, la del individuo que acometía, respondiendo a sus elevados principios, la noble empresa de resistir los embates de un sistema opresor. 

¿En qué momento dejaron los íntegros socialistas de reconocer a una de los suyos, en el caso de la combativa María Corina, y legitimaron, por el contrario, a un infame y cruel tiranuelo?

¿Es un tema de obligatoria ideología, de dogmas irrenunciables o de consignas impuestas por algún implacable comisario?

¿O pudiere ser, tal vez, una manifestación de ese sempiterno rechazo al liberalismo occidental que tanto profesan los trasnochados comunistas de armario y que asocian, en su tajante visión del mundo, a la gran conspiración capitalista de siempre, una oscura maquinación en la cual participarían las naciones democráticas encabezadas, desde luego, por los muy imperialistas Estados Unidos de América?

En todo caso, las cosas son lo que son y la autocracia «bolivariana» instaurada en su momento por Hugo Chávez es absolutamente indefendible al no haber sembrado otra cosa que pobreza, sufrimiento y despotismo. 

Pero, justamente, la vocación primera de los comunistas, así se trate de los que disfrazan ahora su genealogía marxista-leninista revistiéndose de “progresistas”, no es la democracia: más bien, responden de manera embrionaria al canto de sirenas del totalitarismo y su querencia natural no es entonces el territorio habitado por una María Corina sino la corte imperial del autócrata encargado de imponer la sacrosanta “dictadura del proletariado”. 

Y, sí, están con Maduro… 


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Román Revueltas Retes
  • Román Revueltas Retes
  • revueltas@mac.com
  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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