Política

Otra Navidad es posible

  • En la tormenta
  • Otra Navidad es posible
  • David Herrerías Guerra

Una de las características de la sociedad contemporánea es el cambio que se ha dado en la forma en que nos relacionamos con el deseo. Según Lipovetsky, en las sociedades tradicionales el deseo estaba reprimido por las normas sociales y religiosas. Pero en la época que vivimos el deseo se ha liberado y se ha convertido en una de las fuerzas más poderosas de la sociedad.

Liberar al deseo de sus límites tiene efectos positivos, como el ampliar la libertad individual y permitir el disfrute de muchas cosas que estaban atadas por normas no siempre racionales. Pero este deseo es también individualista, hedonista y efímero. Un desear sin límites centrado en la satisfacción inmediata y personal. Una forma de pararse en el mundo perfectamente funcional a la cultura del hiperconsumo.

Una persona con deseos infinitos es la consumidora perfecta. Nunca está satisfecha y cree que todos los deseos pueden ser saciados por el consumo, pero es un remedio fugaz que deja siempre la simiente de un nuevo deseo. El hiperconsumo convierte a los otros en mercancía, instrumentos de satisfacción, trastocando las relaciones profundas.

La publicidad se encarga de alimentar esta espiral y lo hace alterando el sentido de las cosas. A veces, prometiendo resultados que claramente no puede cumplir, como ofrecer la felicidad en un refresco. Otras profanando aspectos de los ritos, de los símbolos, al asociarlos al mercado y reduciéndolos a pretextos de consumo.

La sociedad de los deseos está formando personas más insatisfechas y solitarias. La depresión y la ansiedad encabezan las listas de morbilidad. Tiene lógica, porque lo que nos acerca a la felicidad está siempre ligado a la relación con los otros, al encuentro, a los rituales trascendentes.

La Navidad ha sido uno de esos rituales profanados por la publicidad que invade todos in recato. Propaganda invasiva que enmascara el sentido religioso de la fecha -el nacimiento de un hombre que fue capaz de cambiar el rumbo de la historia- sustituyendo sus símbolos profundos por versiones edulcoradas, vacías, vinculadas al consumo como éxtasis de la alegría. No en balde un gordo rubicundo (que sustituye al caritativo San Nicolás) es el personaje principal en esta época. El sentido del regalo es pervertido, porque, en su esencia, este es un medio de expresión de simpatía y cariño; pero en la lógica del consumo exacerbado se suele vivir como una obligación, enmarcada en prácticas forzadas.

Es posible luchar para devolver su dimensión profunda y relacional a nuestros rituales y tradiciones. Pero para lograrlo es necesario romper con la lógica que ha pervertido su sentido: la del consumo desbocado que dificulta, incluso, la posibilidad de hacer un alto y conectar con nuestro interior y con los nuestros.

Que la fiesta de Navidad sea este año un espacio de contemplación y encuentro para ti y los tuyos.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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