Augusto Rodin fue una de las celebridades de las primeras décadas del siglo XX; su fama comenzó cuando la directiva de La Societé des Gen de Lettres rechazó el Balzac que le habían encargado.
Ellos esperaban uno común, con levita y sombrero de copa mientras que la representación que concibió Rodin del novelista francés —después de trabajar en él durante siete años— apareció cubierto con una túnica, despeinado, con unos ojos enormes, con los labios en un gesto de desdén que daba la impresión de estar inconcluso.
Rodin creó polémica entre los enamorados de lo impecablemente clásico, lo consideraron extravagante, caótico, sin técnica y sin conocimiento de las proporciones; su obra, sin embargo, logró transmitir una expresividad antes desconocida que propone un desequilibrio preestablecido con cierta imperfección que logra exaltar nuestra sensibilidad.
El boletín del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología de mayo de 1912 detalló las reproducciones en yeso de las joyas arqueológicas que se le obsequiarían a propuesta de los alumnos de la escuela de Bellas Artes, quienes lo consideraban el ideal del genio moderno y que le entregaron en agosto de 1913; entre ellas estaba el tablero de Palenque en tres piezas, el monolito de la cabeza de la reina Uxmal, una reducción de la piedra de Tizoc y una cabeza de caballero águila.
En junio de 1917 se llevó a cabo otro homenaje al que acuden el compositor Carlos Sajona, el crítico de arte y literato Francisco Orozco Muñoz, Diego Rivera y el embajador Luis Quintanilla para entregarle la escultura de la cabeza de Coyolxauhqui (Diosa de la Luna). Rodin muere en noviembre de ese mismo año, y en mayo de 1918 México recibió la escultura “Appel aux Armes” que nos donó y que hizo para un concurso en París que conmemoró la guerra contra Prusia en 1870.
En el museo Soumaya de la ciudad de México se encuentra una de las colecciones más importantes de Rodin fuera de Francia, ahí podemos apreciar algunas de sus obras más conocidas como Los burgueses de Calais, La puerta del infierno, El pensador, El beso y Las tres sombras, y tener acceso a la obra de quién es considerado el padre de la escultura moderna.