Magnífica y prometedora, pero... la convocatoria ciudadana a la manifestación del pasado 26 de febrero en el Zócalo capitalino y en decenas de ciudades más en defensa del INE y de la democracia fue sobradamente exitosa, pero no suficiente.
El riesgo del avance autocrático en México no se ha debilitado ni un gramo y la sola demostración de fuerza en la plaza pública no alcanza aún, no garantiza que todos y cada uno de las Ministras y Ministros que integran la Suprema Corte de Justicia de la Nación actúe en defensa del marco constitucional y rechace el llamado “plan B” de Andrés Manuel López Obrador.
El presidente no ha desaprovechado ninguna oportunidad para presionar a quienes necesita, pero no piensan como él o incluso son abiertamente sus detractores. Así ha apretado a dirigentes nacionales como fue el caso de Alejandro “Alito” Moreno, del PRI, al que persiguió a través de personeros hasta que lo doblegó; lo ha hecho con legisladores de oposición para que apoyen las ocurrencias plasmadas en iniciativas como en la ampliación del plazo para mantener militarizada la seguridad pública.
La llegada de la Ministra Norma Lucía Piña Hernández a la presidencia de la Suprema Corte parece dar una luz de esperanza a quienes defienden el actual marco jurídico que rige a nuestro sistema electoral. Sus apariciones públicas han venido a reforzar la idea de que mantendrá una postura firme y republicana que fortalezca los contrapesos políticos. Sin embargo, la Ministra Piña por sí sola no es suficiente para frenar el “plan B”.
La Suprema Corte sabe ahora que tiene respaldo social el rechazo a la “plan B”, esa fue la intención de la manifestación de hace casi una semana y que molestó al de Palacio Nacional.
Las y los Ministros tendrán en sus manos no solo una definición jurídica de alto impacto, sino una dimensión política que puede trastocar la vida de todos los mexicanos. Una votación que permita el paso de las reformas presidenciales llevará a un inevitable debilitamiento de las instituciones que están tratando de contener el avasallamiento del presidente y la siguiente podría ser la misma Corte que ya ha sido víctima de estas intentonas.
Celso Mariño
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