Este domingo 2 de junio México celebrará las elecciones más grandes de su historia en relación al tamaño de la lista nominal (98 millones de personas), así como a los 20 mil 286 cargos públicos a elegir en las 32 entidades. Una oportunidad histórica para que millones hagamos oír nuestra voz.
En su influyente libro Exit, Voice, and Loyalty, Albert Hirschman nos ayuda a entender la respuesta humana ante las disyuntivas y los conflictos. Plantea que las personas tienen tres opciones frente a situaciones insatisfactorias: permanecer y mejorarlas (lealtad), huir abandonando toda esperanza (salida), o hablar esperando un cambio (alzar la voz). Este modelo aplica al contexto político y electoral en el que nos encontramos.
Abstenerse o anular el voto son formas de salida; abandonar la participación activa en el proceso democrático. Algunas personas optan por hacerlo como protesta, dejando el poder en manos de quienes sí participan, debilitando la capacidad colectiva de generar cambio.
Por otro lado, votar es una expresión de lealtad a la democracia misma. Es un reconocimiento de que, a pesar de las imperfecciones y desafíos del sistema, existe la posibilidad de mejorarlo. No es una aceptación pasiva de la realidad, sino una determinación activa de transformarla.
La voz, expresada a través del voto, es signo de salud democrática. Veamos países como Bélgica, Suecia, Brasil, Corea del Sur o Alemania con tasas de participación superiores al 75% en sus comicios presidenciales recientes. Mientras que, en México, durante las elecciones federales del 2018, solo votó el 63% del electorado. Casi un tercio optaron por no ejercer ese derecho. Optaron por huir.
El voto es la vía predilecta para lograr cambios sociales; permite a las y los ciudadanos manifestar su deseo de continuidad, cambio o castigo. No se trata solo de elegir a los próximos funcionarios, sino de reafirmar nuestro compromiso con una sociedad más justa. Al votar, estamos tomando una posición clara: no nos resignamos a callar ni a huir.
El votoes un acto de esperanza y de fe en el proceso democrático. Este domingo, cada voto cuenta. Elijamos participar y construir juntos un mejor país. Optemos por la voz.