Política

Carlos Aguiar, el capellán del Grupo Atlacomulco

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  • Bernardo Barranco

Para los estudiosos del poder en el Edomex, la clase política ha procurado contar con la Iglesia católica como un factor aliado de gobernabilidad.

En la conformación de lazos de poder contó con el apoyo y bendición de clérigos.

Quizá el personaje más emblemático fue Don Arturo Vélez Martínez, originario de Atlacomulco, primer obispo de Toluca.

Pariente consanguíneo, estuvo al frente de la diócesis 30 años. Tuteló el Estado de México con personajes que van desde Isidro Fabela, pasando por Gustavo Baz, Sánchez Colín y, por supuesto, el profesor Carlos Hank González.

En pocas palabras, Vélez es la versión religiosa del priismo acendrado y del llamado grupo Atlacomulco.

Hasta el componente de peculado pesa sobre el potente personaje en los manejos poco furtivos de los recursos manejados en las rifas de casas realizadas por Don Arturo, según consta, en las memorias del ex presidente José López Portillo, quien en los años cincuenta era un joven abogado litigante.

Otro personaje religioso emblemático ha sido Onésimo Cepeda, uno de los "padrinos" políticos de Eruviel Ávila, como él solía ufanarse en los círculos íntimos del poder mexiquense.

Es tal el grado de escrupulosidad de atenciones, que cuando enfermaba, Onésimo Cepeda contaba con el transporte de un helicóptero oficial que lo trasladaba al hospital.

El poder mexiquense es muy pródigo y generoso con los clérigos consentidos.

Atenciones, recursos, privilegios y esmeros personalizados.

Los gobernadores establecen personas específicas que son enlace y vínculo para las atenciones a los altos prelados.

A todas estas dispensas se acostumbró Carlos Aguiar Retes, recientemente designado por Francisco como arzobispo primado de la arquidiócesis de México.

Los sectores progresistas como los católicos ultraconservadores le reprochan sus componendas y cercanías con el PRI bajo la era de Enrique Peña Nieto.

Grupos ligados al cardenal Norberto Rivera y activistas del Yunque, exaltan las relaciones entre Aguiar y el tricolor como señal de alerta de cara a los comicios de 2018.

Resurgen episodios como los pactos para reconvertir constituciones en 18 entidades en que se repenaliza el aborto y los arreglos entre el candidato presidencial Peña con Aguiar, en 2011, para la reforma constitucional del artículo 24 sobre Libertad Religiosa.

Sin embargo, se olvida el pragmatismo del cardenal Aguiar Retes, que siendo presidente de la CEM en la época de Calderón se le identificaba con posturas demócratas cristianas.

Ahora, la pista política para Aguiar es un terreno minado y resbaladizo.

El Partido del Cardenal Aguiar es la Iglesia católica pero se deberá esmerar en quitar este estigma que lo daña y perjudica en la misma Iglesia.

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