En noviembre de 2022, en un lujoso hotel de Santa Fe, Eduardo Verástegui afirmó que en México no hay partidos de derecha. En ese foro internacional de la ultraderecha, Verástegui arremetió contra el PAN como un partido que ha traicionado sus principios y orígenes. Frente a los cambios mundiales, en el que los partidos de ultraderecha han alcanzado triunfos y posiciones de poder significativos, reprocha que el PAN siga siendo un “partidito” y una “derechita cobarde”. Se debe crear un partido que pacte.
Recordemos que el PAN surge en 1939, a diez años de la atroz guerra cristera. Cuando el PAN nace, aun hay sentimientos de revancha de los católicos y pese a los Arreglos, se hablaba de una segunda oleada militar de los católicos.
El PAN nace bajo las directrices de un catolicismo social que desde fines del siglo XIX se impuso en la militancia católica de todo el mundo. ¿Pero qué es el Catolicismo Social impuesto por la jerarquía? El papa León XIII (1878- 1903) sacude los viejos polvos de la monarquía eclesiástica para introducir un proyecto de reconquista social y conformar una armada social cristiana.
Es la respuesta a la modernidad de la revolución industrial. Si la modernidad enaltecía al Estado moderno para pretendía crear una contra-Iglesia, León XIII con el catolicismo social pretendió construir una contrasociedad que aspiraba hacer valer los valores y principios de la Iglesia en la sociedad.
En México se crearon hospitales católicos, asilos, operarios guadalupanos, colegios, escuelas para pobres, talleres de oficios, academias de periodismo y hasta un partido político católico. La revolución mexicana fue muy severa contra la religión y la Iglesia. Ese catolicismo social responde militarmente. Aspiraba derrocar al supremo gobierno e instaurar uno nuevo bajo los principios socialcristianos y a Dios como principio de la historia.
Ya no la conquista social vía la construcción de un gran tejido católico, ni arrebatar el poder vía la violencia militar. La cristiada fracasó. Ahora el PAN representó la conquista del poder vía la democracia. Se creó un partido moderno.
Fue patético el discurso de la supuesta renovación, de Jorge Romero, presidente del PAN; invocó innumerables veces a Dios. El nuevo lema “libertad, patria y familia” no solo es fascista sino que ha inspirado a siniestros grupos de ultraderecha en América Latina.
Ante la crisis, el PAN regresa a sus orígenes intransigentes y revanchistas. Los nichos conservadores de la ultraderecha se presentan como alternativas naturales.
¡Dios salve al PAN!