Cultura

Punto

  • El ornitorrinco
  • Punto
  • Bárbara Hoyo

¿Cuántos tipos de puntos habremos de encontrar, de manera voluntaria e involuntaria, puntual o impuntual, a lo largo de nuestra vida, antes de alcanzar el inevitable y último, el punto final?

Voy, punto por punto, a pensar en los puntos que, desde mi punto de vista y, hasta cierto punto, son el punto de partida del lenguaje. Y es que no es lo mismo un punto muerto que un punto ciego, que en realidad no es ciego porque él así lo quiera sino porque, al mismo tiempo, es un punto débil de nuestro ojo, como el punto G, que no se ve pero sí se toca y, si se encuentra, se siente como el punto suspensivo, el punto alcanzado cuando por fin llega, cuando no hay más movimiento y dicho punto se convierte en punto muerto y que, algunas veces, podemos convertirlo en punto de partida para otra cosa, o bien en punto de referencia para contar nuestra historia.

Y, cuando contamos una parte de nuestra historia, una vez concluida, ya sin puntos y comas, a veces sirve como punto de apoyo para alguien más, pero mejor voy al punto: algunas historias son tan incomprendidas (casi tanto como el uso del punto y seguido) que contarlas de diferentes maneras, con todos sus posibles puntos, sólo cobran sentido cuando van al punto y, en punto, nos muestran su punto de quiebre, ya no más su punto de apoyo porque la trama que las contenía no tiene más puntos cardinales hacia donde dirigirse.

Hay, también, historias sin punto, menos aún dos puntos, luego colocados no uno sobre el otro sino de manera horizontal, puntos suspensivos huérfanos de un tercer punto, historias que nunca están al punto y parecen no tener mayor punto que ser incapaces de ir al punto o estar al punto, como un corte de carne en el asador que, más que término medio, está entre uno y otro punto, cruda y cocida a la vez.

Pero también hay puntos sin historia, puntos sueltos, más despuntados que desmarcados de las palabras a las que no puntúan y hacia las que no apuntan, puntos libres de punto, vacíos de punto pero puntos apuntados al fin y al cabo, porque, ¿qué es un cabo en realidad sino la botarga o el disfraz de un punto final?

Antes de acabar, un punto más, un punto que repunta y que, al mismo tiempo que comienza a manifestarse o a crecer, nos muestra su verdadera naturaleza de punto desnudo, sin más atributos que ser un punto ínfimo en la distancia o en el horizonte, o bien una infinidad de puntos que estallan como un cohete en el cielo o una constelación en el espacio, cada estrella un punto de la luz de la que todos venimos. Y punto.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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