En 1934 el economista Simon Kuznets entregaba al Congreso de EU el documento “Ingreso Nacional 1929-1932”, donde recopilaba datos de lo que producía el país año con año. Esto permitía entender los efectos de la Gran Depresión y qué medidas tomar para encauzar la economía. Kuznets había creado la fórmula para medir el PIB, una medida que ha moldeado el concepto de éxito de los países. En ese informe, Kuznets hizo una recomendación: “El bienestar de una nación puede apenas inferirse de una medida de ingreso nacional”. Pero su mensaje no fue tomado en cuenta. Años más tarde volvió a la carga: “Hay que tener en cuenta las diferencias entre cantidad y calidad del crecimiento, entre sus costos y sus beneficios y entre el plazo corto y el largo. Los objetivos de ‘más’ crecimiento deberían especificar de qué y para qué”.
Este concepto puso hace una década a Michael Porter y un grupo de economistas de Harvard a la tarea de crear el Índice de Progreso Social (SPI), un ranking que mide “la capacidad de una sociedad de satisfacer las necesidades básicas de su población, sentar las bases para que sus ciudadanos aumenten su calidad de vida, y generar las condiciones y oportunidades para que sus ciudadanos alcancen todo su potencial”.
Crecer no significa prosperar. Lo vimos en Chile hace un año: un país con crecimientos anuales de 4%, pero cuyos habitantes no recibieron algo de esa prosperidad y salieron a las calles a reclamar salud y educación.
Ayer, cuando se presentó la edición 2020 del índice, una de las sorpresa fue que EU, economía #1 del mundo ocupaba la posición 28 en el SPI. El propio Porter declaró que medido en bienestar, EU “ya no era el país que pensábamos. Somos como uno en vías de desarrollo”.
¿Cómo nos fue en México? Por primera vez tenemos 10 años dentro de este índice lo que nos permite ver cómo hemos mejorado (sí, mejoramos). Ahora ocupamos la posición 62 a escala global y 12 de Latinoamérica.
Crecimos más que la media regional en acceso a información y telecomunicaciones, en inclusión y en acceso a educación superior. Donde hubo retroceso fue en desnutrición, censura a medios, acceso a salud de calidad y emisión de gases de efecto invernadero. Donde peor calificamos fue en seguridad personal, donde estamos en el puesto 136 de 163 países evaluados. “Hay rubros en los cuales México ha tenido un buen desempeño: en calidad de universidades, somos igual que Italia y Rusia. En acceso a electricidad somos como España. En libertad de culto somos similares a Noruega. En derechos de propiedad de mujeres somos como Suiza”, dice Álvaro Rodríguez Arregui, manager partner del fondo Ignia y vocero local del SPI.
Vale la pena revisar los 50 rubros que se analizan para determinar los niveles de bienestar, y hasta sería un ‘camino ya andado’ del cual el gobierno puede arrancar en vez de diseñar desde cero el Índice de Bienestar que prometió el Presidente para antes de fin de año.
barbara.anderson@milenio.com
@ba_anderson