No sabemos qué hace falta hacer para salir de esta crisis porque es muy extraña”, me decía Macario Schettino mientras hacía un recuento de otras eventos globales. “Cuando fue la de 2008/2009 sabíamos que era una crisis financiera donde había un problema de falta de dinero en los bancos y para eso los bancos centrales bajan las tasas de interés, reparten dinero y se resuelve. En 1930 hubo un problema de demanda: la gente no compraba porque no tenían fondos y para eso el gobierno solo repartió dinero. Hoy es diferente porque la gente sí tiene dinero pero no lo puede usar porque no puede salir. Aquí más dinero a las personas o tasas más bajas no resuelven nada”.
Hoy el enfoque debe ser diferente. Y una de las claves sería (nótese el potencial) apoyar a las empresas que sobrevivan hasta que el ambiente se recupere y la gente pueda volver a la normalidad y al consumo.
Trump anunció un plan de estímulo por 850 mil mdd que incluye distribuir cheques de hasta 3 mil dólares a familias de cuatro miembros (“Los estadunidenses necesitan efectivo ahora”, dijo el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin). Trudeau prometió subsidios quincenales a las familias por 900 dólares y subsidios a las pymes equivalentes a 10% de los salarios por 90 días. España instó a los bancos a condonar cuotas hipotecarias y el gobierno de Macron pagará los servicios públicos de los franceses por tres meses. “Pero no sabemos si funcionará alguna de estas ideas porque no hay ningún caso similar en la historia”, agrega Schettino.
En México el CCE, acostumbrado a lanzar decálogos de propuestas al gobierno, ayer hizo lo propio con otro, esta vez para mitigar las consecuencias económicas de la epidemia. Se repiten muchos de los puntos de otros decálogos: devolución rápida de IVA, seguridad jurídica a la IP, aumento del endeudamiento responsable del gobierno y que Pemex y CFE paguen a sus proveedores. El Presidente López Obrador dejó claro que no autorizará ninguna condonación de impuestos a las empresas, que sí adelantará apoyos a adultos mayores y que bajó la gasolina para apoyar la productividad. Hasta el martes próximo anunciará un estrategia para contener los efectos de esta crisis sanitaria.
Mark Zandi, economista jefe de Moody’s Analytics, dijo a AP que el retorno de la economía global y de EU a la salud dependía no solo de lo que le sucede al virus, a la epidemia o a cómo responden los gobiernos, sino también de la mentalidad de los consumidores finales y los empresarios cuyas vidas han sido dañadas por esta crisis. La salida dependerá de “cuánto tardan las empresas en sentirse lo suficientemente seguras como para permitir que sus empleados vuelvan al trabajo y viajar, y que los turistas vuelvan a los aviones y cruceros... si la psique colectiva se mantiene unida”, dijo.
Como en ninguna otra contingencia previa, esta vez el éxito estará más en cada uno de nosotros que en los modelos propios o copiados de manejo de crisis.
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