La Inteligencia Artificial es una herramienta de plagio. No existen “obras generadas” por IA, no son obras, son productos realizados con material robado que se aloja en la red y que la IA toma para hacer un pastiche ya sea literario, musical o una imagen. Aclarado esto, analicemos el dictamen dudoso de la Suprema Corte de Justicia, SCJN, en México.
El asunto inicia con un individuo que trata de registrar los derechos patrimoniales de un avatar para él y los derechos morales para el avatar, realizado con Inteligencia Artificial. Le niegan el registro y acude a la Suprema Corte. Dictaminan que los derechos de autor y derechos morales son únicamente para personas físicas y que el avatar no lo es porque no es un ser humano, ya que carece de individualidad, originalidad y creatividad humana, por lo tanto, no puede registrar nada a su nombre.
Hace una división entre las obras que sean generadas exclusivamente por IA que no se pueden registrar y las que sí tengan la intervención humana en su proceso que si son susceptibles de registro. Esta decisión a medias no se percata de que es imposible comprobar hasta dónde llega la supuesta “intervención humana” en la realización de un producto de IA, porque la IA no funciona así.
La IA es un chat “hace todo”, que trabaja como esclavo virtual y sigue indicaciones mínimas. Registrar el proceso implicaría mostrar las páginas de conversaciones con el chat. En ellas verían cómo el chat toma lo que hay en la red y lo que llama “sus diferentes fuentes” y por medio del plagio armar un pastiche. En el momento de registrar se puede comprobar que la supuesta “obra generada” es una mescolanza de obras, estilos e información que tomaron de otros autores.
Si por un lado es importante que no reconozcan a la IA como dueña de derechos morales, dejan abierto a que una persona “escriba” una novela dando indicaciones que la IA va a resolver por medio del plagio porque no tiene otra manera de hacerlo, porque así está diseñada y es para eso. La IA no es inteligente, carece de vocación, deseos, y necesidad de ser autora, no tiene inspiración creativa. Le dices “escribe un cuento con el estilo de García Márquez sobre una mujer inmigrante en Estados Unidos y lo haces de 5 páginas” con esas líneas, que significan nada, el chat escupe un cuento, que puede tener elementos de otra obra.
La IA carece de experiencia de vida, de infancia, es imposible que tenga una voz propia como un escritor; no tiene una visión estética, jamás hará una obra de arte porque no sabe qué es el arte, que lo defina, copiando definiciones, no significa que lo sienta, lo comprenda o viva una experiencia estética y observe arte. Al permitir que alguien registre un producto de IA alientan el plagio, que es un delito y viola los derechos de autor. Dar indicaciones no es ser autor, chatear con una aplicación no es proceso creativo. Alguien que usa estas aplicaciones no quiere ser autor o artista, es un oportunista que utiliza una moda para sentirse autor.