Desde su película **Memento de 2000 que causó furor entre los cinéfilos por lo arriesgado de su manejo del tiempo, Christopher Nolan ha desarrollado, paso por paso, la capacidad de crear gran cine con toque personal. Las películas del realizador británico-estadounidense son espectáculos fílmicos para el gran público al mismo tiempo que relatos que invitan al espectador a reflexionar acerca de cuestiones humanas, sociales e históricas.
Después de **Dunkerque de 2017 Nolan realiza como segundo filme ligado a sucesos de la Segunda Guerra Mundial la monumental película **Oppenheimer, una revisión de la vida y los aportes científicos del judío estadounidense Robert Oppenheimer a quien se le suele llamar “el padre de la bomba nuclear”. Oppenheimer es, sin duda, el filme más ambicioso de Christopher Nolan. Un filme que rebasa con creces el género del biopic ya que abre cuestionamientos cercanos a los que Albert Einstein y Sigmund Freud tematizan en su correspondencia de 1932, 33 “¿Por qué la guerra?” La pregunta la dirige el físico Einstein al “padre del psicoanálisis” Freud ya que le preocupa que los adelantos de la ciencia puedan convertirse en las armas mortales de una guerra. El filme de Nolan ilustra cómo los conocimientos teóricos de la física llevaron a la construcción de la bomba atómica y como uno de sus creadores reconoce que los adelantos de la ciencia sí pueden convertirse en armas mortales masivas.
Basado en el libro **American Prometheus de Kai Bird y Marin J. Sherwin - premio Pullitzer 2005 - Nolan construye el ascenso y descenso de un genio de la física teórica como mezcla de filme biográfico y observación de un proceso que integra saberes de muchas disciplinas en un proyecto cuyo “exitoso” resultado crea dolor, muerte y destrucción. No sé si la frase que escuchamos pronunciar a Robert Oppenheimer en el filme, corresponde a la realidad. Pero nos conmueve escucharlo decir con profunda tristeza: “ Me he convertido en la muerte, en el destructor de los mundos”.
El filme se estructura en tres partes: En la primera se narra la pasión del joven Oppenheimer por los enigmas del universo, sus estudios, estancias europeas, contactos científicos y desarrollo teórico. La segunda aborda el desarrollo del proyecto Manhattan en territorio de Los Álamos, Nuevo México, dónde un amplio grupo de científicos diseñan y construyen la bomba nuclear cuya explosión de prueba sucede en 1945. La tercera parte observa la reacción de la opinión publica, la ciencia, política y militar, ya que después de la euforia y los homenajes a Oppenheimer se le cuestiona su lealtad a Estados Unidos anticomunista y su rechazo al desarrollo de la bomba de hidrógeno, mucho más letal que la nuclear. Como científico y hombre comprometido con la sociedad, Oppenheimer cae en cuenta que lo que como científicos crearon para terminar con la segunda guerra mundial fue utilizado como arma mortal en Hiroshima y Nagasaki y se convertiría en amenaza para todo el mundo.
El **Security Hearing de 1954, una serie de audiencias de un comité que escrutaba la lealtad de ciudadanos con su gobierno anticomunista, sirve de hilo narrativo del filme. Observar a Oppenheimer en el banquillo de los acusados conmueve y traduce el dilema ético y sentimiento de culpa del científico en empatía del espectador por el perseguido. El filme ahí se queda. Nolan no abre el dilema ni el cuestionamiento de culpa a perspectivas fuera de la estadounidense. En otras partes del mundo y bajo otras perspectivas, su filme abre temas y preguntas que no coinciden con la visión reducida al ámbito de Estados Unidos. En México nos preguntamos, por ejemplo, qué tan lejos están Los Álamos, lugar de la explosión de prueba, de la frontera con México (son menos de 600 kilómetros). En Europa, y especialmente en Japón, los cuestionamientos serán desde luego, totalmente diferentes. Por cierto, hasta hoy nadie pudo contestar a la pregunta de Einstein a Freud: ¿Porqué la guerra?