Seguramente lo conoce (quién no): Armando Fuentes Aguirre "Catón", yo crecí escuchándolo en la radio, con sus anécdotas de vida y la cotidianeidad narrada con voz meliflua, ya más grande lo conocí en persona, acompañaba a algún gobernante y a partir de ahí lo leo eventualmente en sus columnas publicadas en distintos sitios.
Este miércoles coincidí con él en un evento, ambos daríamos una charla relacionada con el periodismo (cabe hacer mención que él no tiene idea de mi insignificante existencia).
En un inicio los organizadores me informaron que yo comenzaría con la jornada de conferencias y minutos antes cambiaron de parecer: "Tienes algún inconveniente", me preguntaron y yo de inmediato cedí, "de ninguna forma".
A pesar de su grandilocuencia, candidez, a pesar de su meticulosa y tersa charla, Don Armando es feroz, licántropo vestido con ropajes de lana y seda, su aspecto es cautivador, sencillo, pero detrás se esconde un depredador.
He librado muchas batallas, con cientos de personajes de todos los ámbitos, pero jamás había perdido de forma tan apabullante como lo hice ante Catón y lo peor del caso es que ni por enterado se dio.
El hombre habló algo así como 40 minutos "La mente capta, lo que las nalgas aguantan" y así con esa y diez mil reflexiones más, nos cautivó, de tal forma que las nalgas jamás se movieron de mi asiento porque quería más, quería seguir escuchándolo, quería seguir riendo de situaciones tan simples, pero con tanta veracidad y carga emocional que de pronto sobrepasaron mis límites, al tiempo el miedo crecía, mientras Don Armando hablaba, iba haciendo más profundo el pozo donde terminaría mi pequeña conferencia:
Qué diablos iba a decir después de la "chinga" que me había puesto, con qué cara iba a pararme a hablar de qué y comencé a sudar y comenzó mi calvario.
En resumen: Qué bonito es recibir una "madriza" de esa forma, con un discurso conciliador, porque "Catón" jamás se hizo propaganda o habló de su palmarés, jamás profirió un auto elogio, nunca hizo referencia a sus méritos académicos (y vaya que los tiene), al contrario, felicitó a los que estudiamos comunicación, nos reconoció; porque a pesar de que no tiene formación académica en periodismo, él es periodista de cepa.
¡Bravo Maestro! De pie, insisto es de hombres reconocer cuando alguien te acomoda unos buenos trancazos, Armando Fuentes Aguirre lo hizo y de qué manera (pero, otra vez, él ni cuentas se dio).