Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, en 2022, la producción acuícola mundial alcanzó los 130.9 millones de toneladas, valoradas en 312.8 mil millones de dólares y el consumo mundial anual per cápita de alimentos para animales acuáticos aumentó de 9.1 kg en 1961 a aproximadamente 20.7 kg en 2022. Asociado a esto, la escasez de agua plantea un desafío importante para el sector agrícola y otros sectores productivos de México, exacerbando las preocupaciones sobre la seguridad alimentaria y la estabilidad económica. En este contexto, la acuacultura regenerativa marina emerge como una alternativa prometedora para la producción sostenible de alimentos, ofreciendo una gama de beneficios que se alinean con los objetivos ambientales y económicos de México.
La geografía costera de México presenta una oportunidad única para el desarrollo de la acuacultura marina. Con más de 11,000 kilómetros de costa que bordean el Océano Pacífico, el Golfo de México y el Mar Caribe, el país cuenta con abundantes recursos marinos que pueden potenciar diversas operaciones acuícolas. A diferencia de la agricultura tradicional, que depende en gran medida de los recursos de agua dulce, la acuacultura marina utiliza agua de mar, aliviando así la presión sobre las fuentes de agua continentales.
Uno de los principales beneficios de la acuacultura marina es su capacidad de contribuir a la seguridad alimentaria. La demanda de productos del mar en México continúa aumentando, impulsada por el crecimiento demográfico, el cambio en las preferencias gastronómicas y la globalización. Al cultivar peces, mariscos y algas en ambientes controlados, la acuacultura reduce la dependencia de la pesca silvestre, que ya está bajo presión por la sobrepesca de algunas especies y la degradación del hábitat. Además, la acuacultura proporciona un suministro predecible y constante de productos del mar, lo que mitiga los impactos de las condiciones ambientales fluctuantes y la volatilidad del mercado.
Frente al cambio climático, la acuacultura marina demuestra resiliencia en comparación con otras prácticas productivas. El aumento de las temperaturas, cambios en la distribución de pesquerías, los patrones erráticos de las precipitaciones y los fenómenos meteorológicos extremos amenazan la productividad, especialmente en las regiones áridas y semiáridas de México.
Sin embargo, aprovechar todo el potencial de la acuacultura marina en México requiere planificación estratégica, inversión y colaboración entre las partes interesadas. Se deben instrumentar de manera efectiva y eficiente los marcos regulatorios para garantizar prácticas sostenibles y minimizar los impactos ambientales. Los esfuerzos de investigación y desarrollo deben centrarse en mejorar la productividad y la eficiencia de los sistemas acuícolas, al mismo tiempo que abordan las preocupaciones relacionadas con el manejo de enfermedades, la eliminación de desechos y la integridad genética de las especies nativas.
Además, las iniciativas de educación y desarrollo de capacidades son esenciales para empoderar a las comunidades con los conocimientos y habilidades necesarios para participar en la acuacultura de manera responsable, como fuente de ingresos y generación de empleos formales.
Al aprovechar responsablemente los recursos marino - costeros del país y adoptar tecnologías innovadoras, la acuacultura puede mejorar la seguridad alimentaria, estimular el crecimiento económico y generar resiliencia al cambio climático. Con inversiones estratégicas, público – privadas, y esfuerzos concertados, México puede aprovechar el poder del océano para asegurar un futuro próspero y sostenible.