Vamos a decirnos la verdad: es un insulto que HBO nos haya salido con una temporada dos de Big Little Lies. ¿Por qué? Porque Big Little Lies no era una serie, era una miniserie y las miniseries no tienen temporada dos. Comienzan y acaban. Punto.
¿Pero sabe usted qué es lo que más me molesta de esto? Que la opinión pública se vuelca en odio cada vez que una televisora mexicana hace algo medianamente parecido. Aquí, como se trata de HBO, nadie dice nada. ¿Así o más malinchistas? ¿Así o más mediocres?
En todas partes se cuecen habas y es obvio que los responsables de este título, después de ver la maravilla que hicieron el año pasado y del indiscutible éxito de la “temporada uno”, se quisieron ver muy listos y sacarle más dinero al concepto. Pero lo hicieron con las patas, aniquilando la psicología de los personajes y llenando aquello de salidas fáciles como las oportunas pesadillas de una de las protagonistas. Qué pena por la contratación de Meryl Streep, que no solo es una de las mejores y más famosas actrices del mundo, me queda claro que la metieron ahí porque no hay manera que los señores que entregan los Emmys no se estén relamiendo los bigotes ante la posibilidad de entregarle una estatuilla con todo lo que esto implica.
Lo más triste de Big Little Lies (2) es que aquello era una oda al empoderamiento femenino. Me da miedo imaginar que se termine convirtiendo en todo lo contrario. Si me acepta una recomendación, no la vea. Quédese con el buen recuerdo de la miniserie del año pasado, busque el libro y sea feliz. Tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe. ¿A poco no?
Amazon Prime Video
Cuando yo era niño, el diablo era una cosa que a todos nos daba miedo. De ahí el éxito de películas como El exorcista o de sagas como La profecía.
Ahora el diablo es lo máximo del universo y lo religioso, sinónimo de pederastia, de trata de personas y de mil cosas peores. ¿Por qué le estoy escribiendo esto? Porque hace poco se estrenó, por Amazon Prime Video, la temporada uno de una magnífica serie titulada Good Omens y la reflexión es inevitable.
Good Omens es una parodia los mejores contenidos satánicos de todos los tiempos puesta en pantalla a partir del mito favorito de muchos: el fin del mundo. No le quiero contar detalles para no arruinarle la experiencia, pero si lo suyo son las producciones como American Gods y el humor inteligente, estoy convencido de que este título lo hará feliz. De hecho, atrás de Good Omens está la pluma y la producción del gran Neil Gaiman, el creador de American Gods. Imagínese el prodigioso estilo de este escritor en comedia. Es maravilloso y, lo mejor de todo, está mucho más cerca de audiencias como las mexicanas. La razón es muy simple: a diferencia de lo que sucede con American Gods donde el público necesita saber de religiones nórdicas, egipcias y de muchos otros rincones del mundo más para en verdad disfrutar del espectáculo, aquí todas las referencias son judeocristianas. Nadie va a batallar nada para entenderlas ni para carcajearse cuando, por ejemplo, un ángel y un demonio se pongas a hacer de las suyas para “facilitar” el plan de Dios. Busque Good Omens en Amazon Prime Video. Le va a gustar. De veras que sí.
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