Uno de los temas de mayor discusión en los círculos académicos es la resiliencia democrática, siendo una trama que, a nivel internacional discute sobre la salud de las democracias, y si estas se encuentran en riesgo. Puntualizando que la salud de las democracias va de la mano de las fortalezas o debilidades de los subsistemas políticos electorales, como del subsistema de partidos.
Por ello, al hablar de la resiliencia democrática nos referimos a las potencialidades y limitaciones con que se cuenta, es decir, se deben asumir las dificultades, así como las oportunidades para aprender, mejorar y perfeccionarse. En otras palabras, contar con un alto nivel de resiliencia implica ver más allá del momento de crisis, reconociendo nuestras capacidades organizativas en materia electoral, así como de nuestras potencialidades.
Desde mediados del 2020, 34 países postergaron sus elecciones derivado de la pandemia provocada por el covid-19, en nuestro país no fue suspendida ninguna elección, de hecho, el estado de Hidalgo fue un ejemplo de garantía de derechos políticos al llevarse a cabo las elecciones de ayuntamientos en octubre del 2020; las de diputaciones en el 2021, año en que también se llevó a cabo la consulta popular; mientras el 2022 inició con la organización del proceso de revocación de mandato y, posteriormente, en junio se desarrolló la elección de la gubernatura.
El organizar elecciones en medio de una pandemia es muestra de la fortaleza de nuestro sistema electoral, cosa que otros países no pudieron hacer, lo que conlleva a la suspensión de un derecho humano como es el derecho a elegir libremente a las personas que deseamos nos representen. Quedó claro que los mexicanos fuimos capaces de garantizar, tanto el derecho a la salud, como el derecho a decidir libre e informádamente a nuestros gobernantes.
Si bien, en toda sociedad las democracias están bajo el escrutinio público, nos corresponde a todas y a todos cuidarla, protegerla y preservarla. Ello no es una tarea sencilla, ya que involucra un buen trabajo de los actores políticos, los partidos políticos en primer lugar, las autoridades electorales, los propios gobiernos y sobre todo de la ciudadanía.
Alfredo Alcalá Montaño
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