La urna electrónica es una herramienta necesaria que contribuiría a eficientar los tiempos de los escrutinios y cómputos, haciéndolos más ágiles y ofreciendo resultados inmediatos y confiables, además de generar ahorros en la impresión de materiales electorales.
La urna electrónica ya ha sido probada en diversas entidades: en el año 2000 en la Ciudad de México, en 2001 en Coahuila y en 2009 en Jalisco. En el caso de Hidalgo, realizamos una prueba piloto vinculante en las elecciones de ayuntamientos de 2020, con 40 urnas electrónicas que tuvieron un 100 % de efectividad.
Esta es una propuesta que reconoce que la certeza de los resultados electorales es uno de los baluartes de nuestro sistema electoral y de los organismos electorales, cuyos resultados también son revisados por los tribunales competentes. Las urnas electrónicas garantizan la secrecía e inviolabilidad del voto al no tener conectividad a internet; además, cuentan con impresión de testigos que permiten realizar un cotejo voto por voto, casilla por casilla.
Las urnas electrónicas son una herramienta viable y eficiente para ejercer el derecho al voto, así como para mejorar los tiempos en la emisión de resultados.
Esto es especialmente relevante porque las elecciones y los cómputos se han vuelto cada vez más complejos debido a la diversidad de cargos a elegir y al número de candidaturas, las cuales pueden ser de partidos, coaliciones, candidaturas comunes o independientes, aunado a que ahora se agregan las elecciones mediante listas abiertas para la designación de personas juzgadoras. Tan solo en Hidalgo, para 2027, si consideramos los 10 partidos políticos y los mil 124 cargos locales, podrían registrarse hasta 11 mil 240 candidaturas. Por otro lado, si consideramos al menos 170 cargos de la elección judicial local, podrían sumarse hasta mil 530 candidaturas más, con la emisión de por lo menos cinco boletas; y si se contempla la concurrencia con la elección federal, podrían agregarse hasta cuatro boletas adicionales.
Además, las urnas electrónicas pueden emplearse para otro tipo de ejercicios de participación política y ciudadana, reduciendo el uso de papel y materiales electorales. Por ejemplo: elecciones internas partidarias (elecciones primarias), elecciones de delegados o representantes de comunidad, elecciones universitarias, elecciones juveniles e infantiles, elecciones de rectorías, consultas públicas y ciudadanas, elecciones sindicales, entre otros ejercicios.
Estoy convencido de que debemos avanzar hacia la modernización de nuestra democracia, haciéndola más efectiva y participativa, y favoreciendo la construcción de una ciudadanía digital, interactiva y comprometida.
