Se acaba de aprobar la Reforma Electoral en Hidalgo, en la cual se deben destacar sobre todo dos grandes puntos: la no aprobación del aumento del dinero público a los partidos políticos, y el segundo la eliminación de la bonificación electoral, un absurdo en nuestro sistema electoral, que otorgaba más dinero a los partidos por cuidar las casillas.
Tan solo, el año pasado recibieron $754.90 por casilla (se instalaron 3787 casillas), en total recibieron 19 millones, 648 mil 537 pesos, casi la mitad de todo el financiamiento público que recibieron en 2018; que fue de 40 millones 407 mil 251 pesos. Si este año hubiera elecciones este bono nos costaría hasta 3 millones 199 mil 636 pesos por partido, lo que significaría un gasto de hasta 35 millones 195 mil 999 pesos. Había más de 30 millones de razones para mantener este bono electoral, mientras que a la ciudadanía no se le da ningún recurso formal por realizar la actividad más importante, recibir la votación y me refiero a quienes forman parte de las mesas directivas de casilla. La opinión publica pesa, y los resultados del estudio de opinión aplicado en la zona metropolitana de Pachuca que fue elaborado por el Colegio de Ciencia Política y Sociales de Hidalgo A. C., fueron reveladores; el 92% consideró que la Reforma Electoral en Hidalgo no debería otorgar más dinero público a los partidos políticos, aunado al 94% que estaría de acuerdo en disminuir el gasto electoral. Además que el 97% de la población consideró como una medida viable para reducir el gasto electoral, disminuir el gasto destinado a los partidos políticos y organismos electorales. Quedó un gran pendiente en esta reforma electoral; la elección de las y los regidores por voto directo, un tema que no se debe postergar, porque la democracia en Hidalgo ya no puede esperar.
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