Pocos saben quién es Phil Knight, pero casi todos usan sus productos.
Él es el creador de Nike, una empresa que hoy simboliza prosperidad, innovación y dominio en el deporte.
Pero la grandeza se escribió con sangre, sudor y deudas: un viacrucis de más de 15 años de tropiezos y angustias que muchos habrían abandonado en el primer intento.
En sus inicios, Nike operaba bajo el nombre de Blue Ribbon Sports, revendiendo tenis japoneses de la marca Onitsuka Tiger (hoy Asics).
En uno de sus viajes a Japón, Knight negoció convertirse en distribuidor también en la costa este de Estados Unidos, lo que logró con relativa facilidad.
Pero la bonanza duró poco. Años después recibió una carta en la que Onitsuka le retiraba la exclusividad.
Peor aún: ellos mismos venderían directamente al público.
En un abrir y cerrar de ojos lo habían dejado fuera del negocio, a pesar de que ya facturaba millones de dólares.
Desesperado, buscó fábricas en Taiwán y Corea del Sur, y con esas alianzas mantuvo viva la empresa, aunque a duras penas.
A principios de los años 70 llegó la primera gran apuesta: contratar al tenista Ilie Năstase y al corredor Steve Prefontaine.
Logros brillantes, sí, pero que dejaron a la compañía seca, sin un centavo para respirar.
El intento de fabricar calzado en México con Zapatos Canadá terminó en catástrofe: los modelos se derretían bajo el sol. Los clientes, furiosos; los resultados, desastrosos.
Mientras tanto, el monstruo Adidas, fundado por Adi Dassler, vigilaba cada paso como un buitre. Su hermano, Rudi Dassler, con Puma, era otro adversario.
Ambos, enemigos irreconciliables, no se podían ver ni en pintura.
Aún y con ventas millonarias, escaseaba el dinero. Knight hipotecó su casa en secreto. Y lo más grave, sin avisar a su esposa.
El propio Knight lo resumió con crudeza: “Me he pasado casi toda mi vida endeudado”.
Los bancos lo rechazaban una y otra vez, mientras él pensaba en abandonar.
Y entonces llegó el contrato que cambiaría la historia: Michael Jordan.
En su debut con los Air Jordan, Jordan lanzó un codazo brutal que derribó a un rival.
La portada de los diarios al día siguiente era la imagen de ese jugador ensangrentado en el suelo… y, justo a un lado, los tenis Nike. Una foto que, daba al traste con los planes
A partir de ahí, Jordan se convirtió en el artífice del crecimiento de Nike. Fueron pioneros en usar atletas como embajadores globales, transformando el marketing deportivo para siempre.
Con la empresa todavía al borde del colapso, llegó la oportunidad de salir a bolsa. Nike vendía millones, pero sus dueños seguían viviendo como pobres.
El precio de salida se fijó en 22 USD por acción. Aquella mañana, a las 6:00, Knight recibió la llamada: con la oferta pública inicial, su fortuna se valoraba en 178 millones de dólares.
Después de 15 años de sufrimiento, por fin podía respirar.
Emprender no es para ti si no estás dispuesto a caminar al filo de la ruina, a hipotecar tu casa sin permiso, a vivir con la soga al cuello durante años, sin plan B, sin red de seguridad.
Si no soportas ese riesgo brutal, entonces, lector… Emprender no es para ti.
Breviario cultural
La famosa “palomita” de Nike no es tal, sino un ala: el ala de la diosa griega Niké, símbolo eterno de la victoria.
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