El buen manejo de estrés es uno de los pilares básicos para lograr un envejecimiento saludable y la realidad, es que poca gente lo domina. Cuando platico con mis pacientes sobre este tema me doy cuenta de que muchos de ellos confunden ignorar el estrés con manejarlo de forma adecuada y eso es porque a lo largo de los años nos han enseñado a avergonzarnos de los sentimientos que conlleva enfrentarse a una situación estresante. Sentir frustración, enojo, tristeza, rabia preocupación y/o cualquier otra emoción con la que reacciones a un evento así, forma parte de tu personalidad y en ocasiones es imposible cambiarlo (de hecho, está escrito en tus genes pues las reacciones son automáticas) pero tu respuesta posterior es las que puedes (y debes) trabajar.
El estrés se puede presentar de diferentes maneras y aunque solo lo relacionamos con lo más evidente como la agresividad, es más común es verlo de las siguientes formas:
1) Falta de apetito al iniciar el día y mucha hambre al terminar
Como al iniciar el día tenemos más oportunidad que realizar actividades, las hormonas de estrés evitan que “pierdas tiempo” comiendo. Si al final del día llegas a casa y sientes un apetito fuera de lo normal, es porque estás más relajado y tus células requieren de esta energía para recuperarse del trabajo que les pediste durante el día.
¿Qué hacer? Respeta tus horarios de alimentación y evalúa qué parte de tu rutina diaria puedes modificar para tu bien.
2) Colitis
Bajo estrés todos los músculos se contraen, incluyendo los del intestino. Cuando esto sucede, no le llega suficiente flujo sanguíneo a este órgano para que absorba y mueva bien los alimentos hasta que logres desecharlos. La colitis nerviosa es una las causas más comunes de bajas laborales e inasistencias escolares.
¿Qué hacer? No sólo respeta tus tiempos de comida, sino que evita comer mientras trabajas. Come con gente con quien disfrutes convivir y utiliza ese tiempo para desconectarte de tu rutina.
3) Insomnio
Bajo estrés dormir representa un peligro. Tu insomnio es el de tu cuerpo para mantener un estado de alerta que te permita huir de amenazas físicas, pero el estrés el día de hoy está más relacionado con nuestro pensamiento que con un animal persiguiéndonos.
¿Qué hacer? Desconéctate de tus obligaciones al menos dos horas antes de ir a la cama, adopta una rutina de sueño que te prepare para dormir, apaga todas las luces y saca el televisor de tu habitación.
4) Pensamientos rumiantes
Son pensamientos repetitivos que nos llevan a revivir momentos pasados que queremos ignorar y constantemente buscamos qué pudimos hacer para evitarlos.
¿Qué hacer? Estar consciente de que no puedes cambiar el pasado y aceptando aquello que está bajo tu control y todo lo que no. La terapia cognitivo-conductual es muy útil para poder lidiar con estos pensamientos que aparecen de forma automática.
5) Búsqueda por la perfección
La inflexibilidad y obsesión por la perfección denotan estrés que se busca disipar controlando otra área de la vida. Haciendo ejercicio de forma extenuante (sin ser atleta de alto rendimiento), llevando un récord de cada alimento que se ingiere, queriendo saber dónde está tu familia en todo momento o hasta colapsando emocionalmente cuando algo no sale como lo planeado. Entre muchos otros ejemplos de control.
¿Qué hacer? Aprende a ser flexible y fluye con las adversidades. Hacer el ejercicio de preguntarte qué pasaría si algo no sale cómo lo planeas, y darte cuenta de que el escenario que crea tu mente es veinte veces peor que el que se presenta.
Podría escribir un libro entero sobre las excusas que las personas tienen para decir que no están estresadas y cómo esto es contrario a su actuar durante el día. Personas que necesitan alcohol para relajarse, manejan gritándole a todos, no se dan permiso de descansar porque piensan que no son productivos, etc. Pero, en lugar de contarte las historias de otros, quiero que analices tu día, tus acciones y tus sentimientos. Recuerda cuándo fue la última vez que te permitiste sentir enojo, frustración, tristeza y qué hiciste con ello: ¿lo ignoraste saliendo a correr, bailar, tomar? ¿aceptaste un proyecto nuevo que requiere toda tu atención? O, ¿viviste tus sentimientos hasta que pasaron?
Las emociones que rodean al estrés las pensamos como una cueva a la cuál si entramos, no podremos alud. Pero en realidad son como un túnel que tiene luz al final del camino y se debe recorrer para salir de él y, con ello, vivir más y mejor.