Por alguna extraña razón aún conservo la capacidad de asombrarme ante los hechos de la vida incluidos aquellos que ya son vistos como normales, entre los que se incluyen los avances o mejoras en la tecnología.
Por eso, cuando descubrí que la Inteligencia Artificial de las nuevas pantallas me ofrece un menú de canales inimaginable me puse a hacer zapping. Así encontré un canal de divulgación científica que mostraba un video de una serpiente que lo único que hacía era serpentear, pero no avanzaba. Explicaban que esto ocurría porque estaba en una superficie que no le ofrecía las condiciones para avanzar es decir no había fricción.
Después me encontré otro canal que transmite creo que a toda hora los episodios del programa de realidad llamado “Shark tank”. Ahí también me quedé un rato mirando un par de capítulos para ver cómo les iba a los emprendedores en su afán de lograr financiamiento.
Ignoro por qué al programa le pusieron tanque de tiburones. Traté de investigar, aunque debo reconocer que no a profundidad y no encontré alguna respuesta satisfactoria a mi inquietud del origen del título de tan peculiar serie de televisión. Solo descubrí que esta era la copia de un programa, no sé si coreano o japonés que a su vez copiaron los británicos que a su vez copiaron los norteamericanos que a su vez copiamos los mexicanos, Claro licencias comerciales de por medio.
En un principio me imaginé que el nombre se lo habían puesto en honor a esta fábula viral que relata la travesía de un grupo de pescadores japoneses que ante una crisis de producto tuvo que adentrarse en los océanos. Lograron pescar, pero cuándo llevaban el producto al puerto ya no estaba fresco. Por eso a alguien se le ocurrió poner un tanque con tiburones y ahí colocar la pesca para que se mantuviera viva y alerta ante un posible ataque de los tiburones. La moraleja de esta historia es que necesitamos de algo o de alguien que esté a nuestro acecho para movernos, para estar frescos y vivos.
Para caminar todos necesitamos de una fuerza contraria, de una resistencia, de la fricción, si esto no existiera, si no encontráramos oposición, simple y sencillamente nos pasaríamos de ser cómo a la serpiente, solo haríamos como serpentinas, pero no cambiaríamos de lugar.
Es decir, en la vida necesitamos del no, de la oposición para seguir vivos, frescos y para avanzar, para lograr el tan anhelado mito de la modernidad que llamamos progreso.
Por eso el programa del tanque de tiburones no hace honor a la fábula. Los participantes no van ahí en espera de un no, de hecho, anhelan ser comidos, devorados por los tiburones, cosa que ocurre con cada sí que se obtiene.
Gana más quién sale bajo el brazo con un rechazo porque eso le obliga hacerse cargo de su deseo y no que sea otro el que lo valide. Cuando se apropia de él entonces buscará todos los medios posibles por intentar materializarlo, con la advertencia de que no existe una meta sino un horizonte y que sí o sí debe caminar para seguir vivo.
Esto aplica para todas las etapas o condiciones de la vida, aunque lamentablemente el imperio de la positividad y la tiranía del sí nos estén confinando hacer serpientes serpenteando al ritmo que los otros quieren.