Política

El colapso de la confianza

  • Cambio y fuera
  • El colapso de la confianza
  • Adriana Malvido

Zygmunt Bauman murió el lunes, a los 91 años, pero hasta el último día de su vida nos ayudó a entender el mundo. El filósofo y sociólogo de origen polaco fue autor del concepto "modernidad líquida", con el que se explica un nuevo tipo de organización social donde la solidez se ha esfumado y vivimos en el reino de lo efímero, del desapego, la discontinuidad, ya sea en un empleo, un país, una relación, las ideas..., el fin del compromiso sostenido.

El autor de La postmodernidad y sus descontentos cierra sus ojos en Leeds, Inglaterra, donde vivía, mientras que, de este lado del mundo, el mismo día, se anuncia en Los Pinos el llamado Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y la Protección de la Economía Familiar, cuyo tono y formato nos recuerda la retórica más añeja del PRI, con promesas improvisadas para detener la inconformidad del momento. Según Bauman, la cultura de la modernidad líquida ya no tiene un pueblo que ilustrar o ennoblecer, sino "clientes que seducir". Y cuando se despedía del mundo, quienes protestaron pacíficamente por el gasolinazo le daban la razón desde las calles de México a su idea de que vivimos "el colapso de la confianza, la creencia de que los líderes no solo son corruptos o estúpidos, sino que son incapaces", como le dijo a Ricardo de Querol, de Babelia, en 2016.

Bauman fue un crítico de la sociedad del consumo y el desperdicio, del capitalismo que deja el poder en los mercados, que emprende el "rescate de la economía" para beneficiar siempre a los más ricos y abandona los derechos sociales para dejar a los individuos a merced de sí mismos; de la indiferencia hacia el sufrimiento de los otros (su último libro, Extraños llamando a la puerta, es sobre los refugiados), del individualismo y la pérdida del sentido de comunidad. Pensaba que las habilidades sociales se aprenden en la calle y no en internet. Analizó las redes: "mucha gente las usa —le dijo a Querol— no para unir, no para ampliar sus horizontes, sino al contrario, para encerrarse en zonas de confort donde el único sonido que oyen es el eco de su voz". Para él, "las orgías verbales de odio anónimo" son una nueva forma del mal.

Hacen falta más voces lúcidas como la suya. Una que nos explique cómo es que basta un tuit de Trump para que se devalúe el peso o cómo es que el mundo depende de los pulgares de un fascista impulsivo.

adriana.neneka@gmail.com

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