Cultura

Edúquese

El otro día leí un poema de Dámaso Alonso. Sabía quién era pero nunca lo había leído. Me dejó huella, la verdad. Entonces me metí a la red a informarme sobre el escritor y descubrí muchas cosas. Di con su libro Hijos de la ira y lo leí directo de la computadora (después lo compré, porque me gusta tener los libros físicos para poder rayarlos y hacer anotaciones). De ahí pasé, de manera natural, a Vicente Aleixandre, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, García Lorca, Ramón Xirau, León Felipe y muchos más. Simplemente me fui metiendo y dejando llevar por la poesía española del siglo XX y la verdad fue un viaje extraordinario. Poco a poco fui pidiendo todos esos libros por el internet. Mi método es el siguiente; me informo sobre tal o cual autor. Investigo su biografía, luego su obra y después intento asociarlo a otros autores de su época para entender la obra dentro del contexto cultural e histórico al cual pertenece. Pero lo más importante es esto otro: leer los ensayos y opiniones –competentes– en torno a esas obras. Porque uno puede leer sin entender y, consecuentemente, sin gozar. Entonces para qué coño sirve. En estos meses fue la poesía la que captó mi atención, pero en otro momento me he dejado seducir por los cuentos de terror, la geología y paleobiología y por el ensayo en general. Me mantengo ocupado. Me queda claro que si uno sigue una metodología es posible educarse de manera decente. Y si hay dudas conviene preguntarle a los expertos (a través de correo electrónico). Estudio lo que me nace del forro de las pelotas, lo que me nace en un momento dado, lo que tiene que ver con mis intereses, mis ansiedades, obsesiones, temores, búsquedas. El estudio es placer, y es más que conocer y develar: es surcar los materiales de la mente para crear posibilidades, escenarios, mundos.

Pero hay tantos distractores. Estamos justamente en la época de la distracción. Se sabe que un puto celular tiene la capacidad de guardar todo lo escrito por el hombre. Es cierto. Pero eso no sirve de nada, pues también tiene la capacidad para alojar redes sociales y jueguitos. No digo que eso sea malo, digo que lo malo está en pasar todo el tiempo metido en ellas. La semana pasada me quejaba de lo mismo. Hoy no vengo a quejarme nada más, sino a proponer que, además de jueguitos pendejos y selfies para Instagram, también le prestemos atención al tema de la literatura. O el arte, o la ciencia; lo que usted quiera, coño. Hace unos días en el consultorio estuve contemplando a un joven puñetas que estaba metido en su celular; en todo el tiempo que lo observé me di cuenta que lo único que hacía era revisar su Timeline de Facebook, de arriba hacia abajo. Y así se la pasó todo el rato, viendo videos tontos, fotos de gatitos, citas por demás bobas y fake news, entre otras maravillas. ¿Por qué no aprovechar ese tiempo valioso para estudiar algo que le procure placer al tiempo que le deje algo provechoso? Porque no le interesa. La cultura en la que nació y se crió no le ha inculcado eso. El medio en que vive es uno de presión mediática tremenda: no queda ya lugar para la cultura, las artes, la ciencia: el conocimiento y la experiencia sensibles han pasado a ser rarezas. Ya ni qué decir de la filosofía o la reflexión. Para qué seguir.

A mí me cuesta mucho trabajo conversar sobre lo que leo, porque cada día son menos las personas que leen o les interesan esos temas. A veces puede ser aburrido. Estamos en una etapa de nuestra evolución en que se supone deberíamos ser más cultos y estar mejor preparados, y esto bajo el argumento de que tenemos acceso a toda esa información. Pero el argumento es falaz, porque no es tener acceso a la información lo que hará que mostremos interés, es crear el interés por aprender. Y sin ese componente básico estamos muy jodidos y estaremos todavía peor. A mí me causa ansiedad tener a mi disposición la información que yo quiera en el momento que quiera y lo quiero leer y saber todo, y a muchos les causa agobio y pereza tener tanta ciencia y cultura gratis y de manera inmediata. Al chile, no entiendo. Por lo pronto y en lo que veo cómo resuelvo el asunto, voy a ver pornografía.

chefherrera@gmail.com

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Adrián Herrera
  • Adrián Herrera
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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