Las riñas callejeras se han convertido en el pan de cada día en Torreón. Cifras oficiales establecen que en la primera mitad de 2025 fueron atendidos por la Policía Municipal al menos dos conflictos por día en colonias y ejidos.
El grado de hostilidad en estos eventos no ha pasado inadvertido. Durante el último año los bares y centros nocturnos han sido uno de los epicentros de estos hechos.

Especialistas consultados por MILENIO consideraron que esta violencia tiene su origen en diversos factores, como la herencia que dejaron los años de mayor inseguridad por la disputa entre grupos del crimen organizado en La Laguna, las carencias sociales, el consumo de sustancias y la pandemia que vino a reconfigurar la convivencia ciudadana.
“En un principio se debe a un tema cultural entre la población. Debemos entender que venimos prácticamente saliendo de un problema de violencia muy fuerte en La Laguna que sucedió entre 2007 y 2012 y que de alguna forma culturalmente heredamos las formas de resolución de problemas”, indica Fernando Araujo Pulido, sociólogo y profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Coahuila.
En el caso de las riñas y peleas callejeras, el académico refiere que el consumo de sustancias agrava los conflictos:
“Yo daría mayor énfasis al consumo de alcohol y algunas drogas, sobre todo porque vamos a ver en términos prácticos que muchas de las conductas violentas se originan dentro o al final de alguna festividad o a la salida de los antros”.

Sobre este último punto, la socióloga Tania Díaz Chávez coincide en que el alcohol y la ingesta de sustancias son causas, pero también la falta de regulación por parte de las autoridades propicia este tipo de conflictos en antros o bares.
“Tiene que ver con ciertos elementos de riesgo como el consumo de sustancias, pero también con actos de corrupción que tienen que ver con que en la regulación para estos centros nocturnos hay omisiones”.
Díaz Chávez señala también que factores estructurales como la desigualdad alimentan la aparición de estos conflictos en colonias y ejidos, pues si bien en algunos sectores de la población existe un mayor acceso a la educación, no hay oportunidades laborales.
Abunda que otras causas tienen que ver con la falta de políticas públicas de prevención y resolución de conflictos, la normalización de la violencia de los años más inseguros en Torreón y el consumo de alcohol, además de los procesos de urbanización de la ciudad que propiciaron la falta de espacios de recreación o convivencia social.
“En algunos sectores no es porque se delinca más, sino que son áreas más vulnerables o susceptibles porque tienen menos elementos de protección”, afirma Díaz.

Salud mental y violencia
La psicoterapeuta con perspectiva de género y especializada en atención a personas en situación de violencia, Norma Elena Gutiérrez, considera que hay dos formas de ver la problemática de la violencia en riñas: que sí exista un incremento o que ahora haya más apertura a conocerla porque hay más denuncias y hechos aparatosos.
Sin embargo, señala que estos hechos no son aislados y tienen que ver con situaciones que los laguneros atravesaron, que pueden ir desde la época de mayor violencia social marcada por el crimen organizado hasta la pandemia del coronavirus.
“En La Laguna no son una cuestión aislada las violencias y cada vez las hemos visto más marcadas, la pandemia dejó ver ciertas situaciones en casas y se exponenció la violencia familiar, sexual, psicológica y hasta feminicida”.
Refiere que al no existir una atención integral a los diferentes tipos de violencia hay cambios en las formas de ejercerla.
“La violencia cuando no se detiene, cuando no hay un trabajo de trasfondo y cuando lo vemos desde las esferas políticas o de gobierno, lejos de disminuir cada vez se va haciendo más constante”.
La psicóloga Sofía Gómez Sánchez argumenta que siempre de una crisis tan complicada —como la violencia que se vivió entre 2007 y 2012 o la pandemia por el coronavirus— vienen modificaciones en la conducta y pueden aparecer nuevos modelos de convivencia que propicien violencias.
“Lo que pasó es que se mermó la habilidad social y tuvo influencia. Se incrementó mucho la violencia doméstica y, claro, el hecho de que no pudiéramos salir mermó el desarrollo social”, añade.
La transformación de la violencia señalada por los especialistas ya está reflejada en las cifras oficiales.
La plataforma Delitos México (nutrida por datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública) permite conocer que, mientras el crimen de homicidio doloso muestra una significativa disminución en los últimos 10 años, otros hechos como la violencia familiar y las lesiones dolosas tienen un alza considerable.
Torreón cerró 2015 con 114 homicidios y 2024 con 31, mientras que en el primer semestre de 2025 suman apenas 9.
En contraste, la violencia familiar registró 148 denuncias en 2015 y al cierre de 2024 fueron 2 mil 976. Durante el primer semestre de 2025 hubo 2 mil 795 denuncias, contra 2 mil 377 del mismo periodo del año pasado.
El delito de lesiones dolosas tiene un comportamiento similar. La plataforma Delitos México establece que en 2015 hubo 500 denuncias y al cierre de 2024 fueron 928. En el primer semestre de 2025 van 526 contra 478 del año pasado.

Violencia callejera al alza
La alta incidencia de riñas y peleas tiene historia en Torreón. Solicitudes de información hechas por MILENIO a la Dirección de Seguridad Pública Municipal revelan que en los últimos cinco años no sólo el número de eventos, sino de muertos, va en incremento.
Según los datos de la corporación, el año con mayor número de riñas fue 2022, cuando el aislamiento por el coronavirus cedió y hubo 845 reportes atendidos. En 2023 hubo una disminución a 239, pero en 2024 volvió a subir hasta 592.
Ya en 2025 la tendencia al alza se mantiene si se considera que el número de riñas entre enero y julio fue de 419.
En cuanto al número de fallecidos, la DSPM Torreón reveló que entre 2020 y 2024 hubo tres fallecimientos en riñas, mientras que sólo en lo que va de 2025 sumaron otras tres.
En otra solicitud de información, la DSPM negó la existencia de pandillas en Torreón y en dicho oficio refiere que no existen las características para nombrar así a algún grupo barrial.

El sociólogo Fernando Araujo considera que si bien existen conflictos barriales por la defensa del territorio, no propiamente podrían definirse como pandillas.
“Es una situación más de identidad de barrio. Podemos ver que hace algunos meses en colonias del oriente se enfrascaron más que por cuestiones de clase a una idea de territorio mal definido, de que estos espacios de manera simbólica me pertenecen y si no creciste aquí no puedes llegar de manera abrupta”.
El especialista refiere que para las pandillas pueden identificarse ciertos códigos de conducta, pero de momento no existen elementos académicos e institucionales documentados que lo permitan.
“Es muy aventurado definir si existe una pandilla como tal constituida y que se identifique de acuerdo a códigos muy específicos, porque en un principio la pandilla corresponde a la representación del barrio a partir de la estética, la vestimenta, los códigos para comunicarse y definir un espacio para poder socializar”.
La socióloga Tania Díaz Chávez sostiene que sería aventurado tanto negar como afirmar la existencia de este tipo de grupos si no se ha hecho un diagnóstico adecuado.
“Si bien el fenómeno de las pandillas ha ido cambiando, definitivamente sigue prevaleciendo su existencia. Es algo que está asociado con varios elementos y el tema de las juventudes tiene mucho que ver, por ser una etapa donde se está conformando la construcción de la identidad, la imitación, convivencia o imitación”, añade.
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