Cultura

Monsiváis: contradictorio y congruente

Reseña

‘Nostalgia de Monsiváis’ es una extensión de ese diálogo que querríamos seguir teniendo con el autor de ‘Amor perdido’, pero es también un documento que lo pinta de cuerpo entero.

Nadie como Carlos Monsiváis para escudriñar con lupa los intríngulis de la sociedad mexicana de la segunda mitad del siglo XX y de parte del XXI; nadie para mostrar con su ironía punzante cómo una realidad puede ser ella misma y su contrario; cómo se puede ser tótem y santón y estar presente en todo momento y todo lugar y al mismo tiempo estar escribiendo, publicando, explicándonos cómo hace alguien para destazar políticos y hombres de a pie, y a la vez ser mito viviente, adorado y tocado literalmente por las masas. Activista de las causas perdidas, como él mismo decía, y defensor de lo distinto.

Histrión sin proponérselo, me tocó ver en un restaurante en Berlín, cómo él y Pitol actuaban para mí una escena de la película Enamorada, con María Félix y Pedro Armendáriz y otra de Tizoc, donde uno era María Félix y el otro, Pedro Infante en el papel del indio Tizoc. Adivinen quién de la película era Monsiváis y quién Pitol. Apasionado del cine de la época de oro, las literaturas y la cultura popular. Admirado por tirios y troyanos. Carlos Monsiváis, a 15 años de su partida, sigue siendo una figura que nos falta para explicarnos con humor y sin tapujos.

¿Y qué diría Monsi de esto? Es una frase que se escucha todo el tiempo.

​Bajo la genial y muy generosa idea de Marta Lamas, en compañía de Rodrigo Parrini, Nostalgia de Monsiváis, publicado por Siglo XXI es una extensión de ese diálogo que querríamos seguir teniendo con Monsi, pero es también un documento. Sus 35 ensayos, 37 con las presentaciones, lo pintan de cuerpo entero, único y multitudinario, contradictorio y congruente.

Para Raquel Serur, su legado nos sigue acompañando, y es evidente que los jóvenes acuden a él para entender el México que les ha tocado vivir. Además de motor de cambio fue un registro de los fenómenos que iban ocurriendo y un memorioso irredento. La anécdota sobre cómo le dicta por teléfono los pasajes bíblicos en que aparece el infierno para ayudar a su hija hacer una tarea lo pinta de cuerpo entero.

Hay quien lo conoció primero en libro, luego en persona, como José Woldenberg, quien lo leyó en ciencias políticas en 1970, cuando el movimiento del 68 aún tenía el ambiente recargado de indignación y rabia. Días de guardar le dio la medida exacta de la diversidad casi infinita de la sociedad mexicana, hecha de eventos, rituales, personajes, valores y contravalores, una serie de imágenes que se oponían a la idea de un estado vertical y una supuesta unanimidad impuesta desde el poder.

Para Rolando Cordera, Monsiváis, era zar de la crónica y dictadura implacable de la nota y el ensayo; pionero “en la crítica de la cultura nacional y popular, remolino y revuelta con reflexión puntual, pero siempre puesta a salvo: la moda o el servicio al poder”. Pero Monsi era también “vehículo para acercarse festivamente a la cultura, uno de los mejores registros de los cambios sociales y de las pequeñas o grandes conquistas de una sociedad que se organiza”. Gracias a esos registros a los que se refiere Rolando Cordera, creo que Monsiváis nos dio mientras estuvo vivo uno de los regalos más grandes que se pueden dar: la fe en el futuro, la esperanza de que con la sociedad organizada todo puede o podría cambiar.

Carlos Monsiváis es recordado por célebres escritores mexicanos a quince años de su partida.
Portada de 'Nostalgia de Monsiváis'. (Siglo XXI)

Para Marta Lamas, además de ser alguien que con el tiempo se convertiría en la mayor dependencia intelectual y política que ha tenido con otro ser humano, Monsiváis escribió la mejor definición posible de sexismo: “No una conjura, ni una emboscada, sino, más metódica y negociadamente, una organización. La organización deliberada, alegre, exaltada, melancólica, inclemente, tierna, paternalista de una inferioridad. No otra cosa es el sexismo, una suma ideológica, que es una práctica, una técnica que es una cosmovisión”.

Marta recuerda que exhibió a políticos y funcionarios a través de las secciones “Para documentar nuestro optimismo”, el “Consultorio de la doctora Ilustración”, y la muy gustada “Por mi madre, bohemios”, que es una crítica irónica al machismo, las pretensiones de los políticos y la estupidez. El activismo de ambos fue ejemplar, gracias a su presencia los actos públicos se volvieron verdaderas conferencias de prensa y gracias a su compromiso social, pero también al compromiso entre uno y otro, hoy tenemos Nostalgia de Monsiváis.

Son muchas las facetas que cada autora y cada autor retratan en este libro, algunas referidas a su quehacer político, crítico, como cronista y activista, pero también a su afán coleccionista por el que tenemos el Museo El Estanquillo y a su ailurofilia (su amor por los gatos). Como un homenaje a ésta, me permito citar los nombres de algunos: Pío Nonoalco (al que en su autobiografía de 1966 llama “el déspota indudable”), Carmelita Romero Rubio de Díaz, Evasiva, Recóndita Armonía, Nana Nina Ricci, Siniestro Chocorrol, La Gata Christie, Posmoderna, Fetiche de Peluche, Fray Gatolomé de las Bardas, La Monja Desmecatada (“Desmi”), Rosa Luz en Burgos, Masiosare, Ansia de Militancia, Harpo, Miau Tse, Tung, Miss Oginia, Miss Antropía, Caso Omiso, Zulema Moraima Gelo, Mito Genial, Catástrofe (“Cati”), Voto de Castidd (“Votito”), Catzinger y Peligro para México (“Peli”).

El legado de Carlos Monsiváis a la UNAM es multifacético y perdurable. Su relación con la comunidad universitaria fue profunda y simbiótica: no solo fue un alumno y profesor de la Facultad de Filosofía y Letras, sino que también se convirtió en una voz crítica y entrañable que documentó la vida, las luchas y las transformaciones de la institución. Monsiváis capturó la esencia de la UNAM como un espacio de efervescencia intelectual y social.

Su obra en buena medida es un espejo de la historia contemporánea de la universidad, desde los movimientos estudiantiles de 1968 hasta las huelgas de finales de los noventa. Su pluma dibujó el panorama de la vida estudiantil y académica, que muestra a la UNAM como un microcosmos de la sociedad mexicana.

Como universitario, Monsiváis elevó la crónica a la categoría de herramienta de análisis social. Sus escritos sobre la universidad no son meros registros históricos, sino interpretaciones profundas que exploran temas como la identidad, la libertad de expresión y la función social de la educación pública. Una invitación constante a pensar críticamente, a observar con detenimiento la complejidad de México y a reconocer en la UNAM un motor fundamental para el desarrollo del país.

La UNAM le otorgó, de manera póstuma, el doctorado Honoris Causa en 2012. Al tener que hacerlo de este modo, la UNAM buscaba saldar una “deuda pendiente” con el escritor, ya que el doctorado le había sido conferido en septiembre de 2010, pero su muerte impidió la ceremonia. Por lo tanto, como parte del homenaje, se inauguró una sala de cine con su nombre en el Centro Cultural Universitario, en reconocimiento a su amor por el cine y su uso como herramienta para analizar la cultura mexicana.

El Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM es depositario de una parte del archivo personal de Monsiváis. Este acervo, denominado "Archivo Carlos Monsiváis", incluye recortes de prensa, artículos y revistas y fue donado por el propio cronista y su familia. Fue estudiante de Economía y de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y muy brevemente, fue director de la colección de discos Voz Viva de México. En Descarga Cultura se puede encontrar grabaciones de su obra en su propia voz. Su trabajo se publicó en varias revistas y libros de la UNAM a lo largo de su vida.

Por estas razones y por una extraordinaria obra, Monsi se fue, pero se queda. Es imposible apelar al pensamiento crítico, desenfadado y audaz, es decir, es imposible ser universitario sin evocar a Carlos Monsiváis.

AQ

Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Laberinto es una marca de Milenio. Todos los derechos reservados.  Más notas en: https://www.milenio.com/cultura/laberinto
Laberinto es una marca de Milenio. Todos los derechos reservados.
Más notas en: https://www.milenio.com/cultura/laberinto