Dar muerte a un animal, ya sea para protección o agradecimiento, se ha convertido en un secreto a voces compartido a lo largo de siglos en México. En víspera de Halloween y Día de Muertos diversas organizaciones que abogan por el bienestar animal han difundido en redes sociales alertas sobre el peligro de dar en adopción a gatos de color negro o blanco ante la posibilidad de que sean utilizados en rituales.
Desde la Edad Media hasta Hollywood, las narrativas en las que los felinos son asociados al mal los han hecho un imán del misticismo que rodea a cultos y religiones en los que miles depositan su fe, al tiempo que desatan debate sobre maltrato animal.
No obstante, no son las únicas víctimas de esta vieja práctica que ha perdurado a través de los años aún y cuando existen leyes que la limitan. Su historia, es la de otras especies cuya sangre es intercambiada por un favor.
Gatos negros y ritos, ¿de dónde viene la creencia?
El rito comenzó besando a un sapo enorme, del tamaño de un pato. Después de que los labios tocaron su carne sin huesos “todo remanente de fe en la Iglesia Católica” se borró. En medio de la escena, emergió del centro un gato negro, o al menos así lo narra un antiguo decreto papal de 1233, el primero que relaciono por escrito a los felinos con la brujería.
Titulado Vox in Rama, el texto escrito por el papa Gregorio IX instaba a los arzobispos de Maguncia e Hildesheim a brindar su apoyo incondicional para acabar con supuestos cultos satánicos de Alemania.
Se dice que, lejos de erradicar las creencias paganas que comenzaban a restar creyentes a la iglesia, el retrato del diablo como un hombre cuyo cuerpo, “desde las caderas hacia arriba, brilla tan intensamente como el sol, pero debajo su piel era áspera y estaba cubierta de pelo como un gato”, solo ayudó a fomentar un exterminio generalizado de los felinos.
Fue así como el gato, relacionado como una figura sagrada de las religiones paganas, se convirtió en un agente del infierno.
Tal fue la persecución que algunos estudiosos creen que, hacia el siglo XIV, la población felina se había reducido tanto que ya no podían exterminar eficazmente ratas y ratones, lo que facilitó la propagación de la peste bubónica.
La creencia siguió alimentándose durante la Cacería de Brujas —instaurada en Europa y trasladada a América del Norte—, y posteriormente con las festividades de Halloween, mismas que han perdurado hasta hoy día.
“Halloween tiene raíces paganas. Era como una fiesta del fin de la cosecha. Para los celtas se llamaba Samhain. Era su festival del 31 de octubre. Creían que era la época del año cuando el velo entre el mundo de los vivos y muertos era más delgadito (...) Luego la iglesia católica lo cambió y mezcló”, dice el doctor en Historia de América Latina, Andrew Chesnut.
Así, torturar o matar gatos para romper supuestos hechizos se mantuvo como una práctica común durante siglos. Aunque con el tiempo el número de casos disminuyó, el escrito que unió a los felinos con lo oculto sigue dejando huellas en el presente, tanto así que diversos grupos de rescate limitan las adopciones para evitar que sean utilizados en algún tipo de rito.
“Se ofrece la sangre y se come la carne”
Pese a que la conversación sobre los animales utilizados en rituales se ha centrado constantemente de septiembre a noviembre en los gatos negros, lo cierto es que muchas especies son sacrificadas con fines religiosos los 365 días del año.
En entrevista con MILENIO, el doctor en Historia de América Latina, Andrew Chesnut, explicó que en México son principalmente la santería y el palo mayombe los grupos que utilizan animales de forma ritual. Ambas son religiones originarias de África Occidental cuyo arraigo en la sociedad mexicana se vincula a la migración cubana.
La santería, conocida también como "el camino de los santos", tiene su origen en el comercio de esclavos africanos en la Cuba colonial por lo que a menudo se le considera como una fe sincrética que combina el catolicismo español con la religión yoruba africana, según reza una investigación del doctor James T. Pokines de la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston.
Existen también practicantes que descartan una combinación de las tradiciones y definen a la santería únicamente como la religión yoruba con apariencia de catolicismo que permitió a sus primeros adeptos mantener su religión nativa en el "Nuevo Mundo".
"Los sacerdotes de la santería se denominan santeros o santeras. Las creencias de la santería incluyen un dios supremo, Olodumare, y dioses secundarios (orishas) [...] Originalmente, los orishas se asociaban con santos católicos para ocultar las verdaderas prácticas religiosas: los esclavos que aparentaban rezar a San Lázaro, por ejemplo, en realidad rezaban al orisha Babalú-Ayé", apunta un artículo del doctor James T. Pokines publicado en la revista Forensic Science International (2015).
Con el paso de los años y tras la revolución cubana, la santería se expandió a diversas partes del continente americano, incluyendo a Estados Unidos y México, lo que permitió que su devoción no se limitara únicamente a personas de ascendencia africana.
Aunque el palo mayombe y la santería tienen puntos en común, el primero ha sido frecuentemente asociado con la "brujería". Conocido también como palo monte, su origen se remonta al Congo y su creencia se centra en invocar a los espíritus de los muertos para beneficio personal, aunque también se hacen ofrendas a algunos orishas.
"Palo mayombe ha sido etiquetado como el 'lado oscuro de la santería' y como una mutación de la religión yoruba para algunos, de la misma manera que el satanismo surgió del cristianismo", abunda el doctor en antropología James T. Pokines.
EL DATO…El palo mayombe y la santería en México
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) refieren que, hasta 2020, 78 de cada 100 personas en México eran católicas, mientras que únicamente 40 mil 799 practicaban alguna religión de raíces afro.
Pese a las diferencias existentes, ambas religiones se caracterizan por sus rituales, mismos en los que destacan los ebbós, un término atribuido a las ofrendas de comida, hierba y animales solicitados por los orishas a través de la adivinación. Es precisamente en este punto en donde entran los sacrificios de sangre de animales, ya que, según su creencia, contienen la mayor concentración de energía espiritual.
"La creencia es que la sangre humana y de los animales contiene lo que ellos llaman ashe y ashe es la fuerza vital de la vida que se ofrece a los orishas, que son los dioses de la santería. Así que sacrificar una gallina y ofrecer su sangre al orisha es un rito que se hace como agradecimiento o para que se les conceda algún tipo de favor o milagro", explicó en entrevista con MILENIO el también profesor de religión de la Universidad de la Mancomunidad de Virginia, Andrew Chesnut.
Las especies y características -como el tamaño y el color- de los animales que son sacrificados durante los rituales dependen del orisha al que serán ofrecidos. Entre los más utilizados se ubican las gallinas, pollos, pichones y cerdos, además de chivos, perros y hasta tortugas.
En el caso específico del palo mayombe, uno de sus elementos centrales es la asociación humana con ciertos espíritus de los muertos. En dicha relación suelen utilizar huesos humanos con los que buscan capturar el espíritu del difunto para que se convierta en la fuente de poder del practicante a cambio de sacrificios de sangre y otras ofrendas con las que se alimenta la nganga, una especie de olla grande o caldero que suele estar presente en altares domésticos.
La nganga suele contener ingredientes que representan los elementos del mundo: palos, hierbas, piedras, tierras, insectos, cadáveres de aves o animales e, incluso, restos humanos. Según Andrew Chesnut, la sangre de los sacrificios animales también se ofrece a los mpungos, como son llamados los espíritus de los muertos que creen que contienen dichos calderos. La motivación es la misma: adquirir favores o milagros.
Ya sea para los orishas o para espíritus de difuntos, el protagonismo que los animales tienen en los rituales de santería o palo mayombe dejan a su paso múltiples escenas de sus cadáveres abandonados en espacios públicos. Desde vías por donde cruzan trenes y hasta cerca de cuerpos de agua, el lugar donde se dejan los restos depende del tipo de ritual para el que hayan sido utilizados, no obstante, en ocasiones también sirven como alimento.
"No es del todo un desperdicio animal, se ofrece la sangre y se come la carne. Incluso hay una correspondencia filosófica un poco al eucaristo ¿no? O sea, los católicos, los cristianos, creen que en ese momento de la comunión santa que se está bebiendo el vino como la sangre de Jesucristo y el pan su cuerpo, así que no es tan diferente en ese sentido", puntualizó el profesor en religión de la Universidad de Mancomunidad de Virginia.
Aunque son la santería y el palo mayombe en donde se documenta con mayor frecuencia el sacrificio de animales como parte de sus ritos religiosos, las alertas se mantienen encendidas ante otros cultos y creencias que pudieran realizar la misma práctica para diversos fines.
Por ejemplo, en el satanismo y específicamente en el culto al Angelito Negro en México el uso de sangre en rituales es frecuente, sin embargo y según puntualiza el doctor Andrew Chesnut, en dicho caso no se trata de fluido animal sino humano.
A pesar de ello, existen dos factores que podrían influir también en la prevalencia de dicha práctica tanto en otras expresiones del satanismo como en otros cultos: el secretismo y el sincretismo. El primero refiere básicamente a la discreción con la que algunos se conducen y que impide identificarla como parte de sus rituales.
El segundo, por su parte, alude a la combinación de creencias en donde retoman la práctica como parte de sus usos y costumbres, tal y como ocurre en la iglesia de San Juan Chamula en Chiapas, donde convergen creencias católicas y antiguas mayas tzotziles en donde el sacrificio animal también es sinónimo de ofrenda o sanación.
¿Qué dice la ley al respecto?
“Sin inmolación [sacrificio] no hay religión”, alegó una practicante de santería luego de ser detenida en la Ciudad de México.
Su defensa promovió un juicio de amparo indirecto para declarar inconstitucionales los delitos enunciados en los artículos 350 bis y 350 ter del Código Penal para el Distrito Federal (hoy Ciudad de México), mismos que establecen prisión para quien “realice actos de maltrato o crueldad en contra de algún ejemplar de cualquier especie animal causándole lesiones, daño o alteración en su salud”.
La mujer argumentó que ambos puntos transgredían su derecho a la igualdad y no discriminación así como su libertad de culto. El falló no la favoreció: el 22 de enero de 2025 la Primera Sala concluyó que cualquier acto de maltrato animal debe ser castigado.
“La Suprema Corte resolvió que los derechos fundamentales, en este caso, el derecho de la religión y el derecho de de los usos y costumbres y tradiciones, no son absolutos, pueden restringirse”, explica a MILENIO Verónica Valladares, integrante del área jurídica de Animal Heroes, ONG mexicana que defiende los derechos de los animales.
En un comunicado, la SCJN aclaró que, la libertad de culto está sometida a ciertos límites establecidos en la Constitución, como “el imperio del orden jurídico, los derechos de los demás, la prevalencia del interés público y los propios derechos fundamentales de la persona frente a un ejercicio abusivo de los mismos.”
Si bien este es un ejemplo de éxito en la aplicación de la ley, lo cierto es que las medidas no han sido suficientes para frenar el sacrificio animal con fines rituales. En primer lugar, no en todos los códigos penales estatales se contempla la prohibición de forma explícita.
Por otro lado, estas prácticas, que se han convertido en un secreto a voces, pocas veces son denunciadas y/o castigadas, como explica la abogada. Un ejemplo claro de ello, es lo que ocurre en el Mercado de Sonora.
“En Sonora se venden explícita y textualmente animales con ese fin. Aparte de qué están incumpliendo la ley que prohíbe vender animales vivos en los en los mercados, también están incumpliendo la ley que prohíbe el uso de animales para rituales”
El mercado es famoso no solo por su variada venta de disfraces y artículos de fiesta, entre sus pasillos es posible encontrar desde hierbas para fortalecer la sangre —pasando por velas para pedir por un amor— hasta gallinas, cotorras argentinas, armadillos y serpientes de cascabel.
“No solamente venden gatos y perros, sino también animales silvestres. Entonces hay ya una sentencia de amparo reciente que dicta la prohibición de la venta de animales en este lugar”, insiste la abogada.
El mercado tendrá hasta finales de este año para frenar el comercio de animales en sus instalaciones. En tanto, en octubre de este mismo 2025 se presentó una propuesta en la Cámara de Diputados para adicionar un artículo a la Ley General de Vida Silvestre que permita establecer la donación de restos de animales silvestre de zoológicos a comunidades indígenas y afromexicanas, abriendo la posibilidad de que sean utilizados en ceremonias u ofrendas.
LHM/ATJ