En México, la carga de enfermedad por cáncer de mama continúa en aumento y las proyecciones indican que esta tendencia no se revertirá en los próximos años si no se fortalecen de manera urgente los programas de detección temprana, infraestructura hospitalaria y formación de especialistas, advirtió Cinthya Villarreal Garza, directora del Centro de Cáncer de Mama del Hospital Zambrano Hellion de TecSalud, del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM).
La especialista explicó que el cáncer de mama sigue siendo un problema de salud pública que afecta a miles de mujeres cada año, no solo por su incidencia creciente, sino por la falta de políticas efectivas que garanticen la detección oportuna.
“En los países de primer mundo, un sistema de tamizaje eficaz implica que al menos el 70 por ciento de las mujeres candidatas se realicen la mamografía de manera periódica. En México estamos muy lejos de alcanzar ese nivel. De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT), apenas 27.4 por ciento de las mujeres que cumplen con el perfil para tamizaje se realizan una mamografía”, señaló.
Villarreal Garza subrayó que esta deficiencia tiene múltiples causas: desde la escasez de mamógrafos funcionales hasta la falta de radiólogos especializados que puedan interpretar correctamente los estudios.
“No se trata solo de tener el equipo, sino de contar con los profesionales capacitados que sepan identificar lesiones en etapas tempranas. Hoy, la falta de personal experto es una de las barreras más grandes para salvar vidas”, explicó.

Limitaciones a atención oncológica
Además, el acceso desigual a los servicios de salud y la centralización de la atención oncológica limitan las posibilidades de diagnóstico temprano, especialmente en regiones rurales o en estados con infraestructura médica deficiente.
“Mientras en grandes ciudades hay hospitales con programas integrales, en muchas zonas del país las mujeres no tienen acceso ni siquiera a una mamografía. Esa inequidad en el acceso genera diagnósticos tardíos y tratamientos más costosos y agresivos”, añadió.
La directora del Centro de Cáncer de Mama del Hospital Zambrano Hellion recordó que el cáncer de mama es la principal causa de muerte por cáncer en mujeres mexicanas.
Cada año se registran más de 30 mil casos nuevos y alrededor de 7 mil muertes, la mayoría de ellas por detecciones tardías.
“Estamos viendo un aumento constante de casos en mujeres jóvenes, incluso menores de 40 años, lo que nos obliga a repensar las estrategias de prevención y educación. La detección temprana salva vidas, pero también depende de la educación médica y comunitaria”, enfatizó.
Ante este panorama, Villarreal Garza coincidió con las recomendaciones de la Breast Health Global Initiative y otros organismos internacionales que sugieren concentrar esfuerzos en programas de detección temprana adaptados a los recursos y realidades de cada país.
“No podemos copiar modelos de naciones desarrolladas sin considerar nuestras limitaciones. Pero sí podemos desarrollar estrategias sostenibles que incluyan educación, capacitación y acceso a mamografía de calidad”, apuntó.
La especialista insistió en que el reto no es solo técnico, sino también cultural.
“Muchas mujeres no se realizan estudios por miedo, por desconocimiento o porque no sienten síntomas. El cáncer de mama no avisa, por eso necesitamos campañas que insistan en la importancia de la autoexploración, la revisión clínica y la mamografía”, dijo.

Y advirtió que si México no invierte en infraestructura, personal y educación en salud, el impacto del cáncer de mama seguirá aumentando.
“La carga de enfermedad no va a disminuir por sí sola. Requiere de políticas públicas sólidas, colaboración entre sectores y una sociedad informada y comprometida con la detección temprana”.

Por su parte, Rafael Lozano Ascencio, investigador de mérito del Sistema Nacional de Investigadores y profesor titular de la Facultad de Medicina de la UNAM, advirtió que el cáncer de mama refleja las profundas desigualdades del sistema sanitario mexicano.
“Una cosa es privilegiar la mastografía como símbolo de prevención secundaria y otra muy distinta es trabajar sobre los factores de riesgo. Si seguimos hipotecando la fuerza de nuestra actividad en pruebas diagnósticas sin transformar los entornos que generan el riesgo, seguiremos enfrentando un cáncer de pobres”, expresó.
Lozano Ascencio subrayó que el verdadero cambio requiere una visión integral de salud pública: modificar los entornos sociales, alimentarios y laborales que favorecen la aparición de enfermedades crónicas y del cáncer.
“Hablar de prevención primordial es hablar de transformar los entornos antes de que el riesgo siquiera se instale en la población. Solo así se puede reducir de manera sostenida la carga del cáncer”, destacó.
Hacia un registrado nacional de cáncer
Después de más de cuatro décadas de intentos fragmentados, México está en vías de consolidar un Registro Nacional de Cáncer verdaderamente funcional.
Hasta ahora se han documentado más de 30 mil 6 casos registrados en los nodos centinela activos, lo que permite vislumbrar patrones de incidencia y prevalencia regional.
En esa medición preliminar, el cáncer de mama lidera con alrededor del 29 por ciento de los casos, seguido de tumores del aparato digestivo (19 por ciento) y los que afectan el útero y los ovarios (14 por ciento). En la población masculina, los cánceres de órganos genitales representan cerca del 11 por ciento.

El diseño original del proyecto, lanzado en 2018 con nodos en Mérida, Tijuana, La Paz y Guadalajara, fue suspendido en 2020 por la pandemia de covid-19. Se reactivó en 2023 con base en la experiencia más avanzada de Yucatán y, en 2024, sumó cuatro ciudades adicionales: León, Puebla, Ciudad Obregón y Villahermosa. Con ello se alcanzaron esos 30 mil 6 casos registrados.
A futuro se espera incorporar Aguascalientes, Monterrey y Veracruz, para cubrir regiones norte, centro y sur, y dar representatividad nacional a más de 13.7 millones de personas, aproximadamente 10 por ciento de la población del país.
La importancia de este registro va más allá de contar cifras: únicamente con un sistema consistente de vigilancia epidemiológica se puede identificar los tipos de cáncer más frecuentes, las zonas con alta incidencia, las disparidades en detección temprana y las brechas en tratamiento, lo que orienta la asignación de recursos, mejora la planificación sanitaria y permite evaluar la eficacia de las políticas públicas de prevención.
Sin esa base, las decisiones en salud oncológica carecen de un sustento empírico confiable.
De acuerdo con los documentos de Globocan, el observatorio internacional del cáncer, México registró 207 mil 154 nuevos casos (en todas las edades y ambos sexos) en el año de referencia más reciente, lo que confirma la magnitud del reto nacional frente a esta enfermedad. Estos datos globales ayudan a dimensionar lo que los registros locales deben mirar con detalle.
El reto ahora es que el Registro Nacional de Cáncer sea robusto, continuo y extensible, para que el país cuente con una hoja de ruta informada y precisa frente a un problema de salud pública que ya figura entre las principales causas de muerte.
Los tumores malignos causaron 79 mil 514 defunciones en 2015 y se proyecta que lleguen a 95 mil 392 en 2025, un incremento de 19.9 por ciento. En 2024, se reportaron 94 mil 896 fallecimientos por cáncer, colocándose como la tercera causa nacional de muerte en México.

HCM