Policía
  • Crónica: la sentencia de Gerardo Ortiz, quien cantó, pero para el FBI

  • Aunque la multa definitiva aún está pendiente, Ortiz logró esquivar la prisión y salió de la corte entre saludos a la prensa y reclamos de inocencia.
El cantante de corridos Gerardo Ortiz se declaró culpable de conspiración | Ángel Hernández

Gerardo Ortiz, el popular cantante de corridos, fue sentenciado a tres años de libertad condicional luego de declararse culpable de haber tenido negocios con una empresa ligada al poderoso Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en México.

El caso Ortiz atravesaba todo el espectro mediático. Desde el tema narco, el policial, el político hasta el de la farándula. Por eso, su sentencia fue muchas cosas, pero común no.

¿Qué pasó tras la audiencia? 

Un acusado criminal no acostumbra a saludar a los reporteros que cubren su caso, a veces, incluso, los ve como sus verdugos. Sin embargo, ahí estaba Gerardo Ortiz, saludando de mano a cada reportero que lo esperaba afuera de la sala de la corte, y agradeciendo su presencia.

Gerardo Ortiz, amigos y familiares que lo acompañaba, esperaron unos treinta minutos en una sala adyacente antes de que comenzara el procedimiento. En la sala, el artista no era el único tema de atención. Los periodistas discutían otros puntos de la agenda de la farándula: el divorcio de Angélica Vale, el matrimonio de Cristian Nodal y Ángela Aguilar.

A las 3:30 de la tarde, arrancó la audiencia que duraría cerca de una hora y media, con un solo intermedio de 15 minutos. Era la sala 8B, de la jueza Maame Ewusi Frimpong, en la corte federal de Los Ángeles. El traductor asignado a Gerardo Ortiz, había nacido en California pero fue criado en México.

Mientras tanto, el abogado de Ortiz, Mark Werksman, quien llegó horas antes del proceso, revisaba sus apuntes.

“El caso de los Estados Unidos contra Gerardo Ortiz Medina”, anunció el secretario de la corte.

¿De qué acusan a Gerardo Ortiz? 

Lo que sucedió es de sobra conocido. La fiscalía estadunidense y la defensa de Gerardo Ortiz llegaron a la audiencia con un mismo sentir: pedían a la jueza que el artista fuera colocado en probatoria, o prisión supervisada; una pena relativamente baja por haber participado en los conciertos promovidos por un lavador de dinero del CJNG. 

Más aun tomando en cuenta que su ex mánager, José Ángel del Villar, tenía algunos meses de ser sentenciado a cuatro años de prisión por haber, según la fiscalía, presionado a Ortiz para llevar a cabo los eventos musicales.

Los conciertos ocurrieron en 2018, y arrancaron con su presentación en la Feria de San Marcos, en Aguascalientes, de la mano de la firma Gallística Diamante, propiedad de Jesús Pérez Alvear, ambos designados por el Tesoro estadunidense como blanqueadores de fondos del Cártel Jalisco.

Ortiz lucía algo nervioso al inicio de su comparecencia. Movía los pies, como si estuviera bailando, mientras la jueza, su abogado y el fiscal Alexander Schwab discutían tecnicismos de su caso.

El olfato de los reporteros de espectáculos, no dejaba pasar cualquier mención de un famoso o famosa. Por ejemplo, el detalle de que Jaime Gómez, alias Taboo, uno de los miembros del grupo Black Eyed Peas, escribió una carta en favor de Gerardo Ortiz para que tuviera una sentencia favorable.

“Es humilde, amable, respetuoso y profundamente leal con la gente que le rodea”, escribió el artista en su carta.

Tampoco dejaron pasar que en la audiencia se confirmó que Ortiz fue arrestado en 2012 por conducir sin licencia para hacerlo, lo que le valió perder el beneficio de ser sentenciado como infractor de alguna ley por primera vez.

Mientras tanto, el abogado de Ortiz intentaba dibujar a su cliente como alguien que, a pesar de saber que Jesús Pérez Alvear, quien iba a convertirse en el testigo estrella del caso contra Del Villar, había sido asesinado en México, decidió volverse un testigo del FBI.

“Admitió su mal actuar, se declaró culpable y colaboró”, dijo Werksman, quien además presumió que su representado era un exitoso cantante, un intérprete y autor de música norteña.

Lo que Werksman omitió en todo momento, es que Ortiz es un cantante de narcocorridos, un estilo musical en contar la historia de los criminales con los que lo vinculaban a él y a José Ángel del Villar, y de quienes ahora buscaba tomar distancia.

“Cuando traicionan al cártel, ellos hacen cosas dramáticas para vengarse”, apuntó el representante del cantante.

Después, y solo entonces, Gerardo Ortiz habló. En español, y dirigido a la jueza.

“Quiero implorarle una segunda oportunidad para seguir adelante con mi música”, dijo el músico, quien vestía un saco color café y una camisa negra debajo, con su característico sombrero.

Entonces, la jueza decretó un receso de 15 minutos, que terminó por durar casi media hora. Cuando volvió, a las 4:40 de la tarde, ya había tomado su decisión. Tres años de libertad supervisada y una multa de 1.5 millones de dólares que consternó a la defensa y a la fiscalía. Ambas partes habían acordado que la multa fuera de no más de 250 mil dólares, y por una confusión, no había quedado claro en el reporte que presentaron.

Algo molesta, Frimpong determinó que impondrá la multa otro día, que no fue determinado.

Pero Ortiz ya había ganado: evitó ir a prisión, y respiró aliviado mientras su abogado le daba una ligera palmada en el hombro.

Cuando el músico salió de la corte, la prensa ya le esperaba. Micrófonos, cámaras, celulares y luces apuntando hacia él. Fueron cinco minutos intensos. Un reportero tropezó, algunos más comenzaron a quejarse porque los guardaespaldas de Ortiz los estaban empujando para que pudiera llegar a su camioneta.

“Se han dicho demasiadas cosas, demasiadas mentiras. Hay una verdad, nosotros estuvimos por allá cantando en este evento. Les tocó verlo en YouTube, tocó ver algunas fotos, los fans estuvieron presentes ahí, era imposible decir que no. Ese show se hizo, estuvimos ahí en Aguascalientes, y eso es todo, no tengo más que decir. Hubo mentiras, se han dicho muchas cosas, más esa es la verdad”, alcanzó a decir Ortiz, notablemente cansado y harto por los cuestionamientos.

Al final se fue, habiendo cerrado otro trato por cantar, solo que esta vez cantó para el FBI, y su paga, fue evitar pisar la cárcel.

LG

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Ángel Hernández
  • Ángel Hernández
  • Reportero en Milenio desde hace seis años. Cuento historias sobre crimen organizado, narcotráfico, lavado de dinero, trata de personas y lo que quepa entremedio. Cubrí el juicio a Genaro García Luna y el Menchito; los casos contra El Mayo Zambada, Los Zetas, Rafael Caro Quintero, Naasón Joaquín García, y lo que falta. Estudié periodismo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
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