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Alertan por riesgos en Roblox: niños están expuestos a reclutamiento, acoso y propuestas indebidas

En el último año, la Asociación de Familiares y Amigos de Pacientes Esquizofrénicos de León ha registrado un incremento cercano a 20% en la atención de casos de ansiedad y exposición al crimen.

Para Valentín N., un adolescente de apenas 13 años, el celular y los videojuegos representan una ventana al entretenimiento y la convivencia con sus amigos, pero también un detonador de ansiedad difícil de controlar.

Al hablar de los videojuegos reconoce: “Cuando voy perdiendo empiezo a sentir ansiedad. Con la ansiedad me muerdo las uñas… pero los videojuegos lo empeoran”, confiesa.

En el último año, la Asociación de Familiares y Amigos de Pacientes Esquizofrénicos de León (AFAPE) ha registrado un incremento cercano a 20% en la atención de casos de ansiedad, depresión y conductas adictivas en adolescentes y niños, lo cual atribuyen al uso excesivo del celular, los videojuegos y las redes sociales.

Así lo advirtió Rocío Vargas León, presidenta de la institución, quien alertó que las nuevas dinámicas digitales están sustituyendo la convivencia familiar y social entre los menores, generando problemas emocionales y físicos.

“Tenemos una situación en la que nuestros adolescentes ya no conviven. Se la pasan en el celular, viendo redes sociales. Ya no existe esa interacción de persona a persona, y eso genera apatía, agresividad y hasta un vicio”, expuso en el contexto del Día Mundial de la Salud Mental, que se conmemora este viernes.
Y agregó: “Estamos atendiendo casos desde los cinco años hasta antes de los 18. Es una situación muy particular, porque vemos que la adicción y la ansiedad ya no distinguen edades”.

De acuerdo con Vargas León, el fenómeno va más allá de un mal hábito: se ha convertido en un detonador de crisis emocionales.

“Es como traumático para ellos no tener el celular a la mano. Eso genera ansiedad, depresión y dificultades para convivir. Incluso repercute en la salud física, porque aparecen problemas de obesidad y desnutrición”, explicó.

La especialista enfatizó que la falta de control sobre el tiempo frente a las pantallas afecta directamente el bienestar integral de los adolescentes, por lo que agregó: 

“Si no duermen bien, si pasan la noche con el celular, generan ansiedad, malos pensamientos y hasta la idea de hacerse daño. Hemos detectado casos donde los jóvenes llegan a sentir un vacío tan grande que piensan en desvivirse”.

Ante este panorama, Vargas León hizo un llamado a los padres de familia para establecer reglas claras dentro del hogar.

Lo ideal es tener como un reglamento fijo en casa, donde los adolescentes tengan tiempos de ocio, de actividad y momentos en los que no se use el celular. Eso es vital para su salud física y mental”, comentó.

Y enfatizó la urgencia de vigilar el sueño, la alimentación y el comportamiento de los menores.

“Si detectas que tu adolescente está triste, llora, no quiere comer, sube de peso rápidamente o tiene conductas agresivas en casa, hay que buscar ayuda. Puede tratarse de depresión, ansiedad o una adicción a las redes sociales, y eso no solo perjudica al menor, sino también a toda la familia”, señaló.
Alertan por riesgos en Roblox: niños expuestos a crimen organizado
La especialista señala que los casos de ansiedad aumentan en menores de edad | Especial

Valentín, 13 años: la ansiedad detrás del celular y Roblox

Para Valentín N., de 13 años, su acercamiento con la tecnología comenzó a los 11, impulsado por lo que describe como “la moda” entre sus compañeros.

“Más que nada me llamó la atención porque mis amigos ya tenían celular o jugaban videojuegos. Era como una tendencia entre los de mi edad”. Entonces, las redes sociales y los juegos se volvieron parte de su vida diaria.


Valentín utiliza TikTok, WhatsApp y YouTube “solo por entretenimiento”, aclara, y evita comunicarse con desconocidos. En videojuegos, prefiere los títulos de fútbol en consola y Roblox en móvil.

Alertan por riesgos en Roblox: niños expuestos a crimen organizado
Valentín tiene ansiedad cada que pierde una partida | Especial

Asegura que toma precauciones ante posibles riesgos digitales: bloquea y reporta mensajes de desconocidos y evita compartir información personal. Sin embargo, el problema que más le afecta no está en el peligro externo, sino en lo que ocurre dentro de sí mismo cada vez que pierde una partida.

El adolescente explica que morderse las uñas se ha convertido en una especie de válvula de escape frente a la frustración que le generan los juegos.

“Siento que me calma, que me ayuda a concentrarme otra vez. Aunque sé que no cambia nada en el juego, es como una forma de distraerme”, relata.

Ha intentado dejar el hábito en varias ocasiones, incluso dejando crecer sus uñas, pero la ansiedad regresa.

“Si alguna se me corta poquito y queda rasposita, me da más ansiedad y termino mordiéndola toda. Es como algo que no puedo controlar”, admite.

La frustración no desaparece, pero el acto de morderse las uñas lo tranquiliza momentáneamente, reforzando un ciclo que él mismo reconoce como dañino.

El adolescente acepta y está consciente de los peligros que existen en internet, desde la extorsión hasta los intentos de reclutamiento criminal en plataformas como Roblox.

“He visto que ponen carteles ofreciendo mucho dinero, subir de niveles y hasta poder, pero en realidad buscan reclutar a niños y adolescentes. Yo sé que no debo hacer caso a esas cosas”, dice.

También reconoce el papel de la inteligencia artificial como compañía en momentos de soledad.

“Con la IA puedes platicar de tus sentimientos, casi como si fuera un psicólogo. Yo confío en eso porque siento que no ganan nada con delatarme, y además no digo cosas fuera de lo común”.

El caso de Valentín refleja una realidad creciente entre adolescentes: la ansiedad asociada al uso del celular y los videojuegos. En su experiencia, perder en un juego puede desencadenar un estado emocional intenso que busca canalizar a través de conductas compulsivas como morderse las uñas.

Alerta por Roblox

El uso de videojuegos en línea como Roblox está generando crecientes preocupaciones en torno a la seguridad de niños y adolescentes, quienes podrían ser víctimas de acoso, manipulación y hasta de propuestas sexuales a cambio de recompensas virtuales.

Así lo advirtió Diego González Almanza, presidente del Clúster de Tecnologías de la Información del Estado de Guanajuato.

Alertó que en foros y reportes recientes se han detectado casos de usuarios que utilizan Roblox para contactar a menores y pedirles fotografías íntimas a cambio de monedas digitales, la moneda interna del juego con la que se compran accesorios, armas o niveles.

“Lo grave es que el niño, al no recibir dinero de sus padres para comprar objetos dentro del juego, ve en estas propuestas una salida. Le dicen: mándame fotos y te pago con Roblox. Esto ya es un tema de abuso y de riesgo directo”, dice.

Para González Almanza, la clave está en la participación activa de los padres. 

“La primera recomendación es que quede claro en casa que el teléfono no es del niño. Es de los papás, quienes lo prestan con fines de diversión o aprendizaje, pero siempre con la condición de revisarlo. Hay que auditar qué consume, qué videos ve, qué chats abre y con quién juega.”

Por ello, dijo que no basta con prohibir, sino que es necesario establecer acuerdos claros: tiempos de juego, horarios y, sobre todo, confianza para que los menores hablen de lo que ven o escuchan en línea.

“Es importante que los padres entiendan que hoy sus hijos tienen acceso a demasiada información y, si no hay supervisión, corren muchos riesgos. No podemos delegar la educación a un dispositivo electrónico”, reiteró.
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El experto señala que los padres deben ver los juegos de sus hijos | Especial

El reto docente frente al celular y las redes sociales en el aula

Los teléfonos inteligentes y las redes sociales se han convertido en una extensión de la vida cotidiana de niños y adolescentes, al grado de que para muchos resulta difícil imaginar un día sin consultar mensajes, videos o publicaciones.

Esta realidad, sin embargo, ha transformado radicalmente la dinámica dentro de las aulas, donde los docentes se enfrentan al desafío de equilibrar las ventajas pedagógicas de la tecnología con las distracciones y riesgos que conlleva.

Florencio Estrada, maestro con experiencia en escuelas públicas y privadas, explica que prácticamente la totalidad de sus alumnos tiene acceso a un dispositivo móvil. En planteles particulares, la proporción llega a superar 90%, mientras que en instituciones públicas el porcentaje ronda entre 70 y 80%, dependiendo del nivel económico de las familias y de la zona en la que se ubican.

“Los niños de hoy ya nacen con otro chip. Es natural que tengan un celular en la mano porque sus papás lo usan todo el tiempo y ellos lo replican. La parte positiva es que ahora resulta más fácil que lean un artículo en el teléfono que en un libro. La pregunta es: ¿qué leen? Si es información que alimenta el conocimiento o solo contenido vacío que los distrae”, explica el docente.

El uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) ha abierto nuevas puertas para el aprendizaje. Estrada reconoce que el celular puede ser una herramienta poderosa para la investigación, la lectura rápida de textos y el acceso inmediato a videos explicativos o tutoriales que ayudan a reforzar los temas vistos en clase.

Sin embargo, el otro lado de la moneda es la falta de control en los contenidos que consumen los menores.

“En ocasiones los alumnos no cumplen con la tarea porque se pasan horas en redes sociales. A veces aportan ideas en clase sobre un tema que vieron en TikTok, lo cual puede ser positivo si la fuente es confiable, pero también se corre el riesgo de que repliquen información incompleta o falsa”, comenta.

El exceso de tiempo frente a la pantalla también se traduce en dificultades para concentrarse, retrasos en la entrega de trabajos escolares y un apego emocional a los dispositivos que puede obstaculizar la convivencia presencial.

El 38.1 por ciento de los videojuegos cuentan con clasificación C, para mayores de 18 años. | Especial
El 38.1 por ciento de los videojuegos cuentan con clasificación C, para mayores de 18 años. | Especial

El uso de herramientas tecnológicas en la educación, un reto compartido: SEG

La irrupción del celular en las aulas no es un fenómeno aislado de México. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), al menos 30 países han implementado regulaciones para prohibir o restringir el uso de teléfonos móviles en las escuelas, debido a las distracciones y problemas de convivencia que generan.

En México, la Secretaría de Educación Pública (SEP) ha dejado a criterio de cada plantel la regulación del uso de dispositivos electrónicos, lo que genera escenarios muy distintos entre escuelas privadas y públicas, urbanas y rurales.

El delegado de la Secretaría de Educación de Guanajuato (SEG) en León, Alfredo Ling Altamirano, reconoció que el uso de las herramientas tecnológicas en el aula es ya una realidad irreversible y un recurso que puede convertirse en aliado si se emplea con fines pedagógicos.

“Desde el punto de vista técnico-pedagógico, en la Secretaría de Educación no nos oponemos al uso de la tecnología, al contrario. Durante la pandemia fue la única manera de acercar los servicios educativos, y hoy la clave es aliarse con las pantallas en lugar de combatirlas”, señaló.

Ling Altamirano explicó que los maestros han encontrado formas de aprovechar plataformas digitales y redes sociales para detonar habilidades y aprendizajes en sus alumnos.

Un ejemplo es que antes se pedía escribir en un cuaderno, pero ahora se puede solicitar un video o incluso un TikTok sobre un tema histórico, como el descubrimiento de América.

El funcionario advirtió que la tecnología tiene luces y sombras, ya que puede absorber la atención de niños y jóvenes si no se dirige hacia fines formativos. Por ello, consideró fundamental que los docentes elaboren materiales didácticos que aprovechen el interés de los estudiantes por los dispositivos electrónicos, transformando la pantalla en un vehículo de conocimiento.

Entre límites y riesgos: el celular en la vida de los niños visto desde la mirada de una madre

Para María Mercedes Hernández, madre de dos hijos de 13 y 7 años, el uso del celular en casa ha significado un proceso de aprendizaje constante. Entre beneficios académicos, riesgos emocionales y problemas de convivencia, su experiencia refleja lo que muchas familias enfrentan hoy ante la omnipresencia de la tecnología en la vida de los menores.

“Mi hijo mayor recibió su primer celular a los 11 años. La idea era que lo usara solo para tareas escolares, porque ya en sexto de primaria necesitaba investigar. Al inicio le prohibí redes sociales como Facebook o Instagram, pero poco a poco se volvieron necesarias para comunicarse con sus compañeros. Yo reviso su teléfono seguido y, aunque he encontrado groserías o imágenes, nada grave. Hasta ahora siento que lo maneja con responsabilidad”, relató para MILENIO.

Refirió que la clave para evitar problemas ha sido establecer límites claros desde el inicio. Su hijo mayor tiene permitido jugar videojuegos únicamente los fines de semana, con un máximo de dos horas diarias.

“Cuando empezó, se enojaba mucho si perdía, se mordía las uñas, incluso se ponía histérico. Yo le decía: ‘Es un juego, tranquilízate o te lo apago’. Con el tiempo aprendió a controlarse y ahora entiende que si pierde puede volver a jugar al día siguiente. Ese autocontrol fue gracias a los límites”, afirma.

En su opinión, comenzar con el celular a una edad más madura también ayudó.

“A los 11 años ya tienen más conciencia. Si empiezan antes, se vuelve mucho más difícil que aprendan a regularse”, comenta.

La situación cambia con su hijo menor, de siete años; a esa edad, dice, resulta más complicado contener las reacciones frente a la tecnología.

“Se desespera mucho cuando pierde, llora, se enoja y hasta le pega a su hermano. Ahí me doy cuenta de que los niños tan chicos no deberían tener acceso a dispositivos. Todavía no saben controlarse. A veces le presto la tablet, pero enseguida noto que no es sano. Es el que más me preocupa”, confiesa.

Hernández admite que esta experiencia le ha hecho reflexionar sobre el error de adelantar el contacto con dispositivos electrónicos.

“Con los chiquitos es más fácil que se te salga de control. Si yo le doy más libertad, él se vuelve berrinchudo y hasta agresivo. Esa es la señal más clara de que hay que limitar mucho más el tiempo frente a pantallas.”

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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