No es sorpresa que Morena esté ganando en al menos cuatro de seis estados y asentando un golpe tremendo. Al final de este año gobernará a 63 por ciento de los mexicanos a nivel estatal, un tamaño no observado en ningún partido desde el PRI de 2009.
Lo que sí es sorpresa son tres aspectos.
Primero, 2022 está mostrando que las campañas políticas de la alianza PRI-PAN se han vuelto menos efectivas. Desde marzo, las únicas campañas que han logrado ganar varios puntos de voto son las de Nora Ruvalcaba de Aguascalientes y Marina Vitela de Durango. Ambas candidatas de Morena.
Las campañas del PRI-PAN no surten efecto. Es más, la ventaja de Morena con respecto al PRI-PAN se ha ampliado en Tamaulipas e Hidalgo, y se ha mantenido prácticamente sin cambio en Oaxaca y Quintana Roo.
Segundo, 2022 está demostrando el desvanecimiento de la diversidad de plataformas políticas. En estas elecciones, en el papel compiten nueve partidos, pero en realidad las únicas dos alternativas competitivas son Morena y la alianza PAN-PRI.
Hace seis años no era así. Cuando los mismos estados que este año eligen gobernador tuvieron elecciones, México era un país tripartidista. El PAN, PRI y hasta el PRD eran independientes y capaces de ganar gubernaturas por sí solos. Así lo hizo el PAN en Aguascalientes y Tamaulipas, y el PRI en Hidalgo y Oaxaca.
No más. El PRI y el PAN ya no existen si no se coaligan. De hecho, en los estados donde estos partidos fueron solos (Oaxaca y Quintana Roo), Morena los apaleará con una ventaja de más de 15 puntos.
Aun así, la alianza PRI-PAN no ha resultado muy exitosa. Desde 2019, la coalición se ha prestado en 15 ocasiones a contienda y, según se estima, habrán ganado en máximo dos casos. En otras palabras, la alianza PRI-PAN pierde 87 por ciento de las veces que compite en elecciones de gobernador y solo gana donde ya gobernaba
Finalmente, 2022 demuestra que el crecimiento de Morena no se debe al surgimiento de una fuerza política nueva, sino el reacomodo de militantes del PRI. Por ejemplo, en Durango, la candidata de Morena fue diputada local del PRI hasta 2018; en Tamaulipas, el candidato de Morena fue militante del PRI hasta 2016; y en Hidalgo, el aspirante morenista fue diputado local del PRI y renunció al partido hasta 2015.
Así, aceptando chapulines y triangulando alianzas, Morena ha logrado crecer de manera exponencial. Hace seis años obtuvo en promedio 8 por ciento del voto de los estados en disputa. Su mejor estado fue Oaxaca, con tan solo 23 por ciento del voto. Este año, Morena se habrá vuelto casi seis veces más grande y obtendrá, en promedio, 47 por ciento de los votos de los estados en contienda. Incluso en su peor estado, Aguascalientes, habrá obtenido más de 30 por ciento de los votos.
Así, lo que esta elección nos está enseñando es que Morena está cambiando el panorama electoral del país incentivando el bipartidismo, reduciendo la capacidad de las campañas electorales del PRI-PAN para cambiar las preferencias y acaparando a políticos locales pragmáticos para unirlos al partido.
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