Vienen momentos álgidos. Muchas de las decisiones que López Obrador tomó durante el sexenio han sido apeladas ante instancias judiciales y pronto comenzarán a resolverse dentro de la Corte. La pregunta es cuál será la estrategia que seguirá el Presidente.
El consenso es que López Obrador recurrirá a su mecanismo de acción favorito: descalificar a la Corte y tildarla de conservadora.
La realidad, sin embargo, es mucho más políticamente astuta, maquiavélica y potente.
El plan es popularizar la noción de que la Corte es responsable directa de los problemas que más aquejan a la ciudadanía: la inseguridad, la corrupción y la impunidad. Y con ello crear un clamor ciudadano en contra de sus resoluciones que arrope a López Obrador.
La estrategia ya va en curso. En los íntimos círculos de Obradorismo se esparce la idea de que la Corte es culpable de liberar ladrones, secuestradores y criminales, de descongelar las cuentas bancarias de personas relacionadas con Genaro García Luna, y de conspirar para lograr la puesta en libertad de grandes corruptos como Rosario Robles, Juan Collado, Cabeza de Vaca y hasta Cárdenas Palomino.
El mensaje es maquiavélicamente brillante porque es concreto, trazable y verosímil para la mayoría de los mexicanos. Nuestros problemas de criminalidad se gestan, argumentan, en la corrupción del poder Judicial, sus jueces y magistrados. Por tanto, concluyen, no hay nadie más cómplice y responsable de la inseguridad de México que la Corte, es decir, los líderes del poder Judicial.
Por supuesto, este argumento no pasaría un análisis riguroso [1], pero eso no importa. Políticamente los análisis rigurosos son menos valiosos que los pegajosos. Culpar a la Corte de la inseguridad es extremadamente pegajoso en un país donde el 75% de la población cree que ésta es corrupta [2].
De hecho, lo extraño es que algo así no hubiera ocurrido antes. Hasta ahora, la Corte era una isla de relativa confianza dentro de un muy desprestigiado poder Judicial. Por ejemplo, mientras que una abrumadora mayoría de los mexicanos desconfía del poder Judicial (74%), la mayoría confía en la Corte (52%) [3]. Incluso, la Corte es una de las pocas instituciones públicas que ha mejorado su imagen en los últimos dos años [2].
Morena tiene interés en desprestigiar a la Corte porque en este sexenio el litigio estratégico se ha convertido en el campo de batalla favorito de la oposición. Y no hay duda de que con ello la oposición ganará victorias importantes.
En donde la oposición no ganará es en la interpretación de sus victorias. La oposición no podrá contrarrestar el maquiavélico plan de López Obrador porque, trágicamente, la oposición ha escogido convertirse en defensora a ultranza de la Corte. Y algo así, en México, es políticamente inviable.
Los mexicanos saben que existen jueces y magistrados corruptos que han cumplido un papel medular en favorecer a los poderosos. La tragedia es que, al convertirse en los defensores a ultranza de la Corte, la oposición se habrá convertido en lo que López Obrador quiere que sean.
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1 La inseguridad en México se gesta mucho más en la falta de capacidad de los ministerios públicos, la ausencia de una policía civil bien capacitada, de un sistema de prevención del delito sólido y de un sistema penitenciario funcional, que en la Corte.2 Encuesta MCCI 2019-2022.
3 Latinobarómetro 2020, El Financiero 2023.