El libro Grandiosas. Ensayos sobre género e historia de las mujeres en Torreón (2021) de Adriana Varga Flores, periodista cultural, autora del libro Magdalena Briones por amor a la danza y a la tierra, y de Carlos Castañón Cuadros, historiador y director del Archivo Municipal de Torreón, me hizo recordar a grandes mujeres que no son valoradas ni reconocidas.
Como se menciona en el libro, “Una de las grandes ausencias de la historiografía en México es reconocer el papel de las mujeres en los sucesos que marcaron y definieron nuestra identidad.
Es decir, padecemos la ausencia de una historia con enfoque de género que parte desde el discurso oficial”.
El objetivo de este libro es visibilizar el papel de la mujer en la vida pública de Torreón.
Está integrado por doce ensayos en los que se narra la historia de algunas de las mujeres que dejaron huella en nuestra ciudad.
El primer ensayo es “María Luisa Ibarra Goribar, madre de Torreón”. Carlos Castañón señala allí que al publicar una editorial en el periódico El Siglo de Torreón, hubo reacciones de molestia, tanto masculinas como femeninas, debido a que señaló que era ella quien —además de tener una buena preparación académica— tenía los recursos económicos suficientes con los que su esposo, Leonardo Zuloaga Olivares, adquirió tierras y propiedades en La Laguna. Zuloaga es reconocido como fundador del rancho de Torreón, sin embargo, fue María Luisa Ibarra Goribar quien, al quedar viuda, manejó sus extensas propiedades durante 21 años y fue ella quien donó, en 1883, las tierras para el cruce del ferrocarril con lo que daría lugar al desarrollo y surgimiento de la ciudad de Torreón.
Adriana Vargas escribe el ensayo “Hermila Galindo, la lucha por los derechos de las mujeres”. Ella fue la mujer que pidió el sufragio femenino al congreso constituyente de 1917.
Fue maestra desde los trece años y, como menciona la autora, reconocía que el trabajo remunerado era una de las formas en la que las mujeres podían emanciparse.
También abogó por la educación sexual libre, el derecho al voto y la participación de la mujer en el poder público, acciones que fueron muy criticadas por hombres y mujeres de la época. Gracias a ella, el derecho al divorcio se hizo realidad y se decretó el 2 de enero de 1915 durante el gobierno de Venustiano Carraza.
En otro de los ensayos Carlos Castañón narra cómo fue el proceso para inaugurar la primera guardería del Estado de Coahuila.
Gracias al empeño de mujeres del Comité Central de damas pro guardería, en 1947 se logró la apertura de la primera guardería en Torreón.
El libro contiene otros ensayos como el de “La mujer en el gobierno municipal, una deuda histórica”, el “Club de mujeres profesionistas y de negocios”, el “Colectivo mujeres por Torreón, activismo político”, y “De Musas a creadoras”, entre otros.
Para finalizar me gustaría decir que a pesar del poco reconocimiento que tienen las mujeres tanto en el ámbito público como del privado, cada día se difunden más noticias de mujeres luchadoras, líderes, autónomas y un poco más libres que nuestras antecesoras.
Así como de hombres más conscientes y más seguros de sí que no necesitan reafirmarse a través de relaciones de poder.
Aunque todavía hay mucho camino por recorrer, es necesario reinterpretar la historia oficial, hacer la tarea pendiente, incluir los datos faltantes en relación con la mujer en aras de transformar la visión que tenemos del mundo y de las personas que nos rodean.
laura.parra@iberotorreon.edu.mx