Las políticas de deportación del presidente Donald Trump están reduciendo la población migrante, pero paradójicamente las remesas siguen creciendo. El miedo a la deportación y el fortalecimiento del dólar explican en parte este fenómeno: los migrantes envían más dinero antes de ser expulsados. Las últimas cifras del Banco de México indican que las remesas enviadas por mexicanos desde Estados Unidos en el último trimestre alcanzaron 15 mil 322 millones de dólares. Sin embargo, el endurecimiento de la política migratoria y el futuro impuesto del uno por ciento a las transferencias internacionales que empezarán a cobrarse a partir del 1 de enero de 2026 ponen en riesgo a una de las principales fuentes de divisas del país.
Las remesas son hoy el corazón financiero de miles de comunidades mexicanas. En pueblos de Michoacán, Zacatecas o Guerrero, cada dólar enviado desde Estados Unidos se transforma en comida, renta, medicinas o estudios que logran aliviar las necesidades de la población. Las remesas mantienen un crecimiento sostenido que contrasta con la desaceleración de otras fuentes de divisas, como por ejemplo la inversión extranjera directa, que en el último periodo alcanzó solo 10 mil 412 millones de dólares.
Por primera vez los migrantes mexicanos se enfrentan a dos grandes desafíos, por un lado, la política migratoria de cero tolerancia al estatus ilegal, que ya ha reducido la población de inmigrantes entre 1.4 y 2.2 millones, según la Current Population Survey (CPS), organismo no oficial. Y por el otro lado, los mexicanos que logren trabajar en esas condiciones tendrán que enfrentarse al pago de un impuesto gubernamental por el envío de sus remesas.
Originalmente, el gobierno de EUA había propuesto una tasa de 3.5 por ciento, pero en junio de 2025, una comisión de senadores mexicanos, junto con el embajador Moctezuma, lograron negociar y reducir ese impuesto a uno por ciento. Por lo cual, a partir de 2026 entrará en vigor este impuesto sobre las transferencias en efectivo y giros postales.
Enviar dinero a México ya implica pagar comisiones de entre cuatro y cinco por ciento que cobran las empresas como Western Union y Moneygram. Así que con este impuesto el costo total subirá por lo menos hasta a seis por ciento.
Las remesas representan más del cuatro por ciento del PIB mexicano y superan a lo que entra por inversión extranjera directa. México depende en gran medida de estos recursos, incluso la administración anterior se refería a los aumentos de remesas como un logro nacional, cuando en realidad el origen de las remesas refleja la incapacidad del gobierno para generar empleos que logren retener a su fuerza laboral. Desafortunadamente, los migrantes son quienes financian la educación, la salud y el consumo familiar en algunas comunidades, convirtiéndose en un pilar silencioso de la economía local.
En 2024, México ocupó el segundo lugar a nivel mundial, así que una reducción de las remesas equivaldría a perder millones de dólares al año y podría afectar al tipo de cambio del peso, el cual se ha mantenido estable en los últimos años.
El flujo de remesas sigue creciendo, pero la administración de Donald Trump mantendrá su postura de frenar la salida de dólares del país. Las deportaciones masivas y el nuevo impuesto pueden golpear de lleno a la fuente de divisas más sólida de México. Si ambos factores se intensifican y los migrantes ceden a las presiones, el impacto será fatal: menos ingreso familiar, menor consumo y mayor presión sobre el peso.
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien escribe. Y no representa un posicionamiento de El Colegio de la Frontera Norte.
Belem Iliana Vásquez GalánEl Colegio de la Frontera Norte – Unidad Monterrey