En los últimos días, la presidenta Claudia Sheinbaum ha insistido en adelantar los tiempos electorales. Primer error, pues apenas lleva un año en el gobierno y la gente merece que se concentre en los problemas verdaderamente relevantes, y no en procesos electorales.
Además, lo ha hecho faltando a la verdad, como sucedió el jueves pasado, cuando aseguró que existe una alianza electoral que involucra a Movimiento Ciudadano. Segundo error, pues a diferencia de lo que sucedió cuando el expresidente López Obrador pronosticó la alianza PRI-PAN y los poderes fácticos se apresuraron a seguir su guion, con nosotros se equivoca.
La presidenta Sheinbaum calificó como “supuestamente progresista” a Movimiento Ciudadano y, al final de sus especulaciones, cerró con un reto que amerita una respuesta puntual: “y si no, que digan lo contrario”.
Con mucho gusto, presidenta. Hablemos de progresismo.
Primero, vale la pena recordarle que no existe una sola acción progresista que haya sido implementada en los últimos siete años sin la participación activa de Movimiento Ciudadano: los aumentos a los salarios mínimos, establecer los programas sociales en la Constitución y los derechos laborales para las personas trabajadoras del hogar, han contado con nuestro respaldo y con nuestros votos en el Congreso de la Unión.
No puede meternos en la misma canasta que al PRIAN, porque hemos actuado con congruencia y, a diferencia de ellos y de Morena, siempre anteponiendo las ideas y el respeto.
Segundo: ¿En qué nos hemos diferenciado de Morena? ¿Y del propio PRIAN?
En los temas en los que esos tres partidos han traicionado sus promesas históricas y la visión progresista.
Por ejemplo: cuando Morena y el PRIAN aprobaron la ampliación de la #PrisiónSinJuicio para meter a la cárcel, sin sentencia, a personas inocentes. Morena no solo continuó con la visión punitivista de Calderón (que utilizó el arraigo de forma indiscriminada) sino que la profundizó con una medida mucho más autoritaria y regresiva. ¿El resultado? Las cárceles están repletas de personas de bajos recursos, pero la violencia, la impunidad y el miedo siguen predominando en el país.
Presidenta: ser punitivista no es ser progresista.
También nos hemos diferenciado de Morena en la militarización del país. Por cierto, la reforma al artículo 5o. transitorio la pactaron con el PRI. Y también distintas leyes que exacerbaron, otra vez, el legado calderonista.
Presidenta: la militarización no es progresista.
Nos hemos diferenciado del prohibicionismo que Morena ha llevado al extremo al prohibir en la constitución productos como los “vapeadores”. ¿Cuál ha sido el resultado? Entregarle un negocio más al crimen organizado y crear un mercado negro que no paga impuestos y se ejerce con absoluta impunidad.
Presidenta: los progresistas no somos prohibicionistas. Entendemos que toca regular.
De la misma manera, hemos votado en contra de leyes de ingresos y presupuestos de egresos que han renunciado a avanzar en una política fiscal progresiva y redistributiva, y que han castigado al sector educativo, a la cultura y a la primera infancia.
¿Es progresista la reducción del 50% al presupuesto de cultura durante los gobiernos de Morena? ¿Es progresista darles la espalda a las universidades públicas más grandes y longevas de este país y recortarles el presupuesto? ¿Es progresista que uno de cada dos estudiantes de nuevo ingreso a la educación superior tenga que hacerlo en una universidad privada por falta de espacios?
Le respondo, presidenta: eso no es progresista.
Tampoco lo es la desaparición de las estancias infantiles, la disminución presupuestal y de cobertura en el Programa Nacional de Vacunación ni la torpeza que ha derivado en el desabasto masivo de medicamentos.
Y tampoco es progresista seguir apostando por las energías fósiles y el uso del combustóleo o el carbón en la generación de energía. Los progresistas tenemos un compromiso claro con el medio ambiente y la naturaleza y entendemos que la nueva soberanía vendrá de las energías limpias y renovables, que además serán cada vez más baratas.
¿Es progresista que varios de los responsables del fraude en 2006, hoy sean legisladores y funcionarios de Morena? ¿Es progresista otorgarles la impunidad de una embajada a los ex gobernadores del PRI que entregaron sus estados a Morena? ¿Es progresista haber consumado el golpe al Poder Judicial con el voto de los Yunes?
Presidenta: nada de eso es progresista.
Finalmente, presidenta:
Ser progresista, verdaderamente progresista, es entender que México y su gente merecen nuestra voluntad para impulsar cambios profundos desde hoy.
Por eso vale la pena dejar a un lado la politiquería y las discusiones de una alianza electoral que no existe. O existe únicamente en la imaginación de quienes le hablan al oído para distraerla de lo que verdaderamente importa.
Seamos progresistas. Aprobemos ya la reducción de la jornada laboral, con dos días de descanso a la semana por ley. Ya. No en el 2030 ni cuando digan los que han hecho esperar más de 100 años a los trabajadores mexicanos.
Seamos progresistas. Modifiquemos el presupuesto de egresos para crear un sistema nacional de cuidados que apoye a las niñas y a los niños y contribuya a que las mujeres mexicanas que realizan trabajos de cuidado más de 40 horas a la semana tengan una compensación y un sistema de protección social.
Seamos progresistas. Apostemos por una reforma real al sistema de justicia, que ponga a las víctimas en el centro y se base en la prevención y la construcción de paz. Rompamos con la estrategia fallida iniciada hace 20 años: no más punitivismo, no más prohibicionismo, no más militarización. Pongamos fin a la guerra y que comience la paz.
Presidenta: fue un grupo de rebeldes progresistas el que nos enseñó que otro mundo es posible. Tenían razón. Y como progresistas aprendimos, también, que un México Nuevo es posible.
No hay que esperar, cuenta con nosotros para construirlo a partir de hoy.
Saludos (progresistas).