Están las opiniones, las historias, los mensajes alarmantes que mandan las abuelas por WhatsApp… y está la realidad. Los hechos que llegan con plazo y nos impactan. Este año tendremos dos hechos que parecen ser la tormenta perfecta para México. Viviremos varios factores que por sí solos ya son de gran peso y juntos acumulan fuerza: la toma de protesta de Trump –quien llega al gobierno con múltiples amenazas hacia México– y la puesta en marcha de la reforma judicial con la votación el 1 de junio para los nuevos ministros, magistrados y jueces, en total 19 mil cargos.
Además, hay otro elemento que sumar este 2025: el poco interés en la vida pública ya pasadas las elecciones federales. Generalmente podemos dividir a México en tres grupos: los que están contentos con el Gobierno, que hoy son la mayoría y que con solo recibir su ayuda es suficiente; quienes se consideran oposición, hoy muy debilitada y que ven con real preocupación los cambios constitucionales y el rumbo democrático del país. Y por último, a quienes no les interesa nada y no participan; con que no les quiten nada están bien.
A este último elemento, yo le sumaría un cuarto grupo, el más peligroso o en riesgo: el círculo rojo de la política, que son la minoría y quienes participan en ella con un cargo público o por un interés personal, consultores, académicos y medios de comunicación. Éstos, de quien yo he sido parte, generalmente padecemos ceguera de taller, que ya no vemos lo que la gente ve y pensamos que lo que nos preocupa es lo importante. Ellos, quienes sustentan el poder, creen que su percepción es la realidad.
No hemos podido ampliar el círculo rojo para que sea una ciudadanía más firme, fuerte e informada, quien enfrente los retos de este 2025. Necesitamos de todos para sortear la tormenta perfecta.
Para ello podemos ponernos como propósito de año nuevo trabajar en nuestro poder de observación y búsqueda de la verdad, no caer en falsas percepciones que plagan nuestras conversaciones y verificar toda la información que compartimos. Solo así construimos comunidades conectadas que puedan actuar como verdaderos bloques de participación ante las decisiones políticas.