Todo parece sacado de una película de suspenso, drama o terror, pero en realidad se trata del caso de una madre y sus hijos que decidieron enfrentar el régimen político de su país. La semana pasada, el mundo se sorprendió con el discurso, literal “para la historia”, que compartió Ana Corina Sosa, en nombre de su madre Ana Corina Machado, en la recepción del premio Nobel de la Paz. Machado no pudo llegar a tiempo a la ceremonia, escapando a escondidas de su país, y mientras tanto su hija nos dio un discurso para la vida, para el mundo.
Un discurso sumamente poderoso, dulce, firme y cercano, que se tiene que escuchar y compartir, justo en una época donde parece flaquear la esperanza de toda una región. Llega hasta lo más profundo, por el contenido, pero a la vez por la intermediaria que sorprendió por su manejo emocional y con una fluidez y seguridad en un segundo idioma.
Ambas, madre e hija, quisieron dejar claro que su situación de no haberse visto por más de dos años no se trata de ellas, sino de cualquier familia venezolana separada por el régimen autoritario actual. Según la ONU, más de 7.9 millones de venezolanos han abandonado su país en la última década, siendo el éxodo más grande de la historia moderna de la región. El discurso no se trató de su lucha, sino de la lucha de un país completo que ha perdido casi todo y quiere regresar a la democracia, a donde se respeten los derechos humanos, a donde haya futuro.
Su hija aseguró que Machado siempre cumple sus promesas. Que su único objetivo es regresar a casa; a Venezuela para seguir lo que comenzó. Y que esto a la vez es lo más fuerte que experimenta como hija, la dicotomía de ver a su madre con una misión que va más allá de sus propios hijos, que le exige darse a todos para la construcción de la paz y, por otro lado, como ha compartido, el deseo de tener mamá “normal”.
Lograron algo extraordinario. Porque sin transmitir enojo, rabia o compasión, nos exigieron preguntarnos ¿Qué estoy haciendo yo por mi país? Nos exigieron elevar la conciencia cívica, inyectándonos esperanza. Si ellas pueden, con todo en contra, todos podemos hacer algo que impacte a nuestros países.
