En el año de 1957 inició la carrera por llevar al hombre a la luna con la llegada del primer satélite artificial a la órbita terrestre: el Sputnik, una idea que surgió gracias al escritor Arthur C. Clarke, quien al ver los cohetes que los alemanes utilizaban durante la segunda guerra mundial para destruir ciudades se preguntó: “¿y si esos cohetes fueran usados para la paz?”, fue cuando pensó que al cambiar la trayectoria podría llegar el misil a la estratosfera.
Este acontecimiento no solamente generó más rivalidad entre las dos grandes potencias mundiales de esos años, Rusia (en ese entonces la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas) y Estados Unidos, sino que llevó al ser humano a imaginar más allá, a contemplar la posibilidad de llegar a explorar el universo de más y mejores formas que solamente admirar desde el lente de un telescopio, con el Sputnik en órbita no solamente se llegaba a un nuevo paso en la exploración espacial sino que con ello la imaginación de toda generación llegó a nuevos niveles.
Los avances en el campo de la exploración del espacio fueron bastante veloces ya que para el año de 1961 Yuri Gagarin se convirtió en el primer ser humano en orbitar el planeta Tierra, la Unión Soviética se ponía al frente de la carrera espacial, debido a su gran programa de aeronáutica e ingeniería aeroespacial, parecía que serían los primeros en cumplir el capricho de Julio Verne que en s libro de la Tierra a la Luna había planteado.
Pero finalmente fue Estados Unidos en llegar primero a la meta cuando en el año de 1969 cuando Neil Armstrong se convirtió en el primer hombre en pisar la luna, “este es un pequeño paso para el hombre, pero un salto gigantesco para la humanidad”, fueron sus palabras al poner un pie en los desolados páramos del satélite natural de la Tierra.
Desde ese momento el hombre se ha vuelto más ambicioso y ha buscado conocer más del espacio exterior, por algo se ha dicho que conocemos más del espacio profundo del universo que del fondo de los mares que tenemos dentro del planeta.
Imagine querido lector por un momento que al ver por su ventana no vea un cielo azul sino uno rojo, porque ya no habita en la tierra, ahora su hogar esta ubicado en un nuevo sistema solar, de esos que las agencias espaciales han encontrado últimamente.
El sol que lo ilumina cada mañana es rojo, por ello el color del cielo, la atmosfera es diferente, pero la humanidad evolucionó y se adaptó, es el 11 de marzo del año 3057, usted es una de las muchas nuevas generaciones que han nacido fuera del planeta Tierra, la carrera espacial dio sus frutos y ahora viven en el espacio, hemos conquistado la última frontera y todo gracias a un satélite artificial que fue inspirado por un escritor, que a su vez fue inspirado por un arma de guerra.
Al ver a sus vecinos en las nuevas colonias recuerda que pronto tendrá vacaciones por lo que va una agencia para viajar a Marte, el primer planeta en ser colonizado por el hombre, “Space-Ex, ofreciendo viaje interestelares desde hace un milenio”, ahora todo lo que en su momento parecía ciencia ficción es una realidad y todo comenzó con una carrera espacial.
Todo ha cambiado la alimentación es diferente la vida es más cómoda y se sigue explorando el espacio con la finalidad de continuar saciando la necesidad de conocimiento, esa parte natural que tenemos para ser curiosos, para el hombre jamás será demasiado.
Comienza a preguntarse y a recordar años anteriores, buscando responder la pregunta: ¿dónde cambio la historia, cuándo se dio este salto a la colonización espacial?, la respuesta lo remonta al 2017, pero no recuerda el mes, ya se hablaba de vacaciones al espacio, de colonizar, pero más aún ya comenzaba la idea de hacer una nación en la orbita terrestre un espacio para que todos los hombres fueran aceptados, como una tripulación vikinga en su barco a lo desconocida se erigía la idea de que la exploración espacial era plausible, y que todos eran bienvenidos.
Lector cuando lea esto en su vivienda espacial y vea a través de su ventana las maravillas del universo no olvide recordar siempre que inició con un satélite artificial, con una idea, una rivalidad de saber quién sería la nación más poderosa del mundo, pero más que nada un sueño de un escritor inglés que al ver las posibilidades de la guerra también vio una oportunidad para la paz, una donde no hay nación, no hay color, no hay religión, donde todos somos terrícolas y que compartimos un origen más fuerte, un vínculo, un nombre, Sputnik, el gran explorador del espacio.
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