Me apena mucho apenas estar escribiendo de esta puesta en escena, a la que le quedan pocas funciones en el Teatro Julio Castillo de Ciudad de México, pero más vale tarde que nunca.
Empeños de una casa, de Sor Juana Inés de la Cruz, es una de las obras más sorprendentes que he visto en años, y por la cual la Compañía Nacional de Teatro y su directora, Aurora Cano, merecen no solo una ovación de pie, sino un agradecimiento enorme por lo que han hecho con esta clásica comedia en verso. Por la capacidad de sorprendernos con algo que creíamos conocer y que en ocasiones le podríamos rehuir por no ser un show con promoción, payasos y famosos. No señores, esto es teatro y teatro valiente en toda su extensión.
Y también es una de las cosas más divertidas que he visto en años y les invito a que se sumerjan en estos versos, en esta comedia de enredos que batallan con el existencialismo de su autora en ocasiones, sin temor de perderse en su complejidad.
Es para todos. No hay que tener una maestría en alta literatura o ser conocedores del contexto. Solo vayan y les aseguro que saldrán con lágrimas de risa y agradecimiento, como yo. No en vano esta fue la puesta en escena con la que en mayo se celebraron los 90 años del Palacio de las Bellas Artes.
Aurora toma decisiones valientes para que el público sea parte de la historia que quizás a algunos sorprenda, pero momentos después, entre versos y … ¿boleros?, uno de pronto se siente cómplice de la bola de enamorados despistados y orgullosos que ocupan ese fantástico escenario y escenografía que le da un nuevo sentido al término “comedia de puertas”.
En serio, quedan pocas funcione. Vayan ya. Hay una gran cartelera en México y ésta, nuestra compañía, hace cosas de altísimo nivel y a la vez accesibles para que todos podamos realmente entrarle bien y enamorarnos de las más bellas de las artes. ¡Bravo!