Tendremos horas, días para analizar esta tan importante ceremonia del Oscar, pero por ahora, entre que estamos entrando en vivo en televisión y actualizando todo en redes, me planto en la absoluta felicidad que sentí la primera media hora de esta ceremonia por dos motivos: los primeros tres premios y, la verdad, por las risas que a mí sí me sacó Jimmy Kimmel.
Empecemos con la felicidad y la petición de Guillermo del Toro, quien cierra una brutal temporada dejando claro que la animación no es un género menor. Que la profundidad de las historias de esta técnica no debe ser consideradas como un arte menor. Amé que fuera el primer premio de la noche. Fue hermoso.
Después vinieron los actores de reparto y tanto Ke Huy Quan como Jaime Lee Curtis por Todo en todas partes al mismo tiempo y verlos abrazarse, con esas estatuillas que pensaron que nunca tendrían fue para darnos alegría y esperanza a todos (incluyendo mi quiniela).
Y en cuanto a Jimmy… estaba difícil ¿no? Pero destacó en su monologo inicial la alegría de que volvamos al cine. Y el humor estilo: “Hay cosas que puede hacer el cine que la televisión no … como perder 100 millones de dólares (ejem. Babylon)”, es el tipo de humor que duele pero no ofende. Y destacar la controversia sobre la falta de mujeres nominadas en dirección, y recomendar cintas como Till y Woman King fue de mucha clase. Insisto, escribo esto en plena locura del multitasking que sucede de como Todo en todas partes al mismo tiempo, solo en el Oscar. Pero mañana detalle a detalle lo mejor de toda la enorme noche del Oscar 95.
Susana Moscatel