La renuncia del fiscal del estado de Hidalgo, Raúl Arroyo, tomó por sorpresa a todos los hidalguenses, ya que se presentó ante el Congreso local antes de las 7 de la noche del viernes antepasado.
Esto se produce en medio del cambio de diputados, generando un debate sobre la forma y el tiempo en que se dio su salida.
Muchos expertos toman esto como una señal estratégica para que la función del fiscal no sea entorpecida por el próximo Congreso y el gobernador que será elegido en 2022.
También la renuncia deja la duda de que pudo ser para no estorbar la negociación entre el partido oficial y los diputados de la oposición, en su mayoría Morena, sabiendo que hay diversas fracciones dentro del mismo instituto.
La renuncia, por lo que se ve, no fue motivo personal ni por un conflicto en el gabinete de Omar Fayad, sino que se presume fue una estrategia para entregar el estado a la nueva fuerza política, Morena.
Esas interrogaciones y murmuraciones las alimentan la lista enviada por el gobernador al Congreso local en la que resaltan dos nombres, uno del priismo, con Alejandro Habib Nicolás, presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos y otro de Morena, el presidente municipal de Mixquiahuala y ex jefe de Gobierno de la Ciudad de México, José Ramón Amieva.
Este último lleva la delantera sobre todo por la línea política del actual y el entrante Congreso, no solamente por su experiencia, sino también por el color que representa, y eso nos da una señal por dónde puede ser el rumbo de la nueva administración del gobierno del estado.
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