En Oriente, algunos futbolistas pelearon por la Copa del Mundo y triunfaron. Otros lucharon por los derechos de las mujeres y están condenados a muerte. Los primeros están de regreso en sus países, disfrutando la gloria y atención de los medios. Los segundos están olvidados en alguna celda esperando su ejecución sin que a sus compañeros deportistas hubiese parecido importarles en la ceremonia de premiación en Qatar.
Así mientras el mundo festejaba a la Selección Argentina y a astros deportivos como Messi y Di María y otros se compadecían por Mbappé, ninguna de las selecciones presentes en la final hizo un gesto de solidaridad por el futbolista profesional iraní Amir Nasr-Azadani, de 26 años, quien se enfrenta a una posible ejecución tras participar en las protestas en favor de los derechos de las mujeres en su país.
Aunque oficialmente está acusado de ser miembro de un grupo armado responsable del asesinato de tres agentes de seguridad el 16 de noviembre en la ciudad de Isfahán (centro de Irán), hay grandes contradicciones en las acusaciones hechas en contra de él, procedentes de confesiones coaccionadas y procesos turbios que ya han costado la vida a varios en Irán, cuyo único delito ha sido apoyar las protestas contra el estamento clerical de Irán, lideradas por mujeres. Cabe recordar que estas protestas estallaron tras la muerte en custodia de Mahsa Amini, una joven de 22 años quien fue detenida por la llamada policía de la moral el 13 de septiembre por tener mal puesto su hijab.
Amir Nasr-Azadani sería la tercera ejecución oficial de estas últimas semanas. No obstante, según la Agencia Noticiosa de Activistas de Derechos Humanos (Hrana), por lo menos 488 manifestantes han muerto a manos de las fuerzas de seguridad y otros 18 mil 259 han sido detenidos, También se han reportado las muertes de 62 miembros del personal de seguridad.
Es por ello que la Selección Iraní, durante su participación en el mundial, se negó a entonar el Himno Nacional. Mientras los deportistas no cantaban, la afición iraní respondió con aplausos y vítores a sus futbolistas. Pero, de acuerdo con diversas fuentes, tales como la CNN, los jugadores fueron llamados a una reunión con miembros del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria tras la protesta inicial y fueron amenazados con torturar a sus familiares por no cantar el himno nacional.
Se manifestaron en apoyo en redes la cantante Shakira, el futbolista español Marc Bartra, el colombiano Radamel Falcao y el sindicato mundial de futbolistas profesionales, FIFPRO.
Pero en la oportunidad de oro, cuando los ojos del mundo estaban puestos en ellos, la Selección Argentina y la francesa enmudecieron. Decidieron que era el momento de no empañar sus momentos de gloria. En el caso de Argentina para Messi fue más importante celebrar la coronación de su carrera, que no hubiera sido muy distinto en caso de que Mbappé hubiera logrado la proeza.
Y no es de extrañarse. Históricamente la lucha de las agendas sociales solo es visible cuando reditúa a las mayorías. Año tras año, activistas dejan sus vidas en la batalla, sin que a nadie parezca importarle. Porque incluso para el sector más progre, era más relevante festejar al delantero francés y casi agradecerle por tener por pareja a una mujer trans, que alzar la voz por aquellos que no se pierden aun en diatribas ideológicas y que buscan rescatar el derecho a la vida y la libertad. Pero ese balón, el de los derechos humanos, parece no tener cancha para que se juegue por ellos.
Por Sarai Aguilar Arriozola*
@saraiarriozola
*Doctora en Educación, Máster en artes con especialidad en cultura.