Habrán ustedes mirado las imágenes del hombre que es sacado por la fuerza de un avión de United Airlines por unos empleados de seguridad tan brutales como decididos. El suceso, debidamente filmado por otros pasajeros —horrorizados y solidarios— ha tenido tal repercusión mundial que las acciones de la corporación han perdido valor en los mercados. Muchos viajeros se disponen igualmente a boicotear a la compañía.
Ahora bien, lo que parece ser una indignante arbitrariedad no deja de estar debidamente regulado en reglamentos y contratos. Se explica, además, por la muy excepcional naturaleza de un negocio en el cual, como consumidor, puedes no utilizar el servicio que compraste y, según la tarifa que hayas pagado por tu billete, te apareces al día siguiente tan pancho para abordar el sucesivo vuelo, sin desembolsar ni un centavo o, en el peor de los casos, abonas un sustancial recargo por el cambio.
Lo que intentan, las líneas aéreas, es que sus aviones no despeguen con los asientos vacíos. Y, para evitarlo, recurren al subterfugio de la sobreventa —el famoso overbooking— esperando que el número de billetes expendidos de más pueda compensar la pérdida provocada por quienes no se presentan de última hora. Es una apuesta que termina siendo fastidiosa para los viajeros pero las compañías ofrecen recompensas —viajes gratuitos o dinero en efectivo— a quienes renuncien a su prerrogativa de viajar en una fecha determinada y acepten ser colocados en otros vuelos. A veces, sin embargo, nadie quiere demorar su partida. Fue, lo que ocurrió, precisamente, el domingo pasado en el aeropuerto de Chicago. Y, necesitando de cuatro lugares para una tripulación que debía trasladarse a Louisville, Kentucky, United no tuvo más remedio que exigir a cuatro pasajeros que dejaran el avión. Tres lo hicieron sin necesidad de mayores violencias. Pero nuestro hombre, un médico sino-estadounidense, se emperró en seguir a bordo, alegando que tenía que atender a sus pacientes al día siguiente.
Una pregunta, estimados lectores, más allá del inquietante salvajismo del suceso: ¿cuándo te dan una orden perentoria, necesitas enfrentarte a toda costa, oponer resistencia física y ponerte a bramar como un cerdo que conducen al matadero? O, puedes simplemente obedecer. Díganme ustedes, por favor.
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