Política

¿Adoctrinar a nuestros niños?

El gran sueño de todo sistema autoritario no es imponer una ideología por medio de la amenaza y el miedo –aunque eso es precisamente lo que hacen los autócratas— sino adoctrinar a las personas para contar con una masa de adherentes perfectamente voluntarios.

Esos seguidores se volverán un instrumento del poder —disfrazado de ciudadanía— para organizar la obediencia debida al caudillo de turno.

Pero, no siendo el sometimiento algo natural en un ser humano ya desarrollado, la asimilación de los dogmas pregonados por el régimen se debe aparejar desde temprana edad.

Los niños, justamente, son como esponjas: absorben la información sin ejercer todavía el espíritu crítico y las cosas que experimentan les quedan grabadas de manera prácticamente indeleble o, en todo caso, pasan años enteros antes de que se encuentren en condición de cotejar sus creencias iniciales con la realidad de los hechos, si es que eso llega a ocurrir en algún momento.

Para mayores señas, un sujeto a quien bautizaron con el nombre de Marx —y que, dicho sea de paso, es el directísimo responsable de haber cambiado los contenidos de los libros de texto para la educación básica en este país— no se ha convertido, con el tiempo, en un neoliberal militante ni tampoco en un emisario de las fuerzas retrógradas del conservadurismo sino que sigue siendo fiel a su primigenia imagen de marca.

Ignoramos si es realmente un marxista de las catacumbas —por equipararlo a los cristianos de la primera hora, con el permiso de ustedes— pero sí nos queda muy claro que es un emisario directo del credo que propala el régimen de la 4T, una mezcolanza de costumbrismo indígena, tradiciones trasmutadas en axiomas, pobrismo, sacralización del “pueblo” como justiciero supremo de la nación, rechazo al libre mercado y paralela condenación del espíritu empresarial, repudio a la modernidad e imposición de lo comunitario por encima del individualismo.  Consecuentemente, ese tal Marx, en su condición de heraldo de los cánones del oficialismo, se ha encargado de la tarea de inoculárselos a los niños de la nación mexicana. Y qué mejor, entonces, que el aprendizaje de la aritmética haya quedado arrinconado y que las habilidades personales que necesita un país obligado a competir en un entorno de globalización se sacrifiquen para formar legiones de votantes convencidos.

Ya entrados en gastos, los nuevos censores han reescrito también la propia historia de México con el calculado propósito de poner a cada quien en su lugar: el presunto fraude electoral de 2006 es ya un hecho certificado y la señora Sheinbaum merece mención —no tanto como Leona Vicario o la Corregidora de Querétaro, suponemos (y esperamos)— visto que nuestros infantes deben estar enterados de su existencia terrenal.

Un plan maestro, hay que reconocérselo a don Marx...


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Román Revueltas Retes
  • Román Revueltas Retes
  • revueltas@mac.com
  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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