Cada vez nos acercamos más al momento en que se generalicen conflictos por las fuentes de agua potable; es bien sabido que millones de seres humanos sufren por su carencia; en México, nuestros ríos están contaminados por descargas industriales y de aguas negras; para su saneamiento se requerirían cientos de plantas tratadoras al margen de los ríos o previas a sus descargas a los ´ríos o mares; nuestras playas turísticas están igualmente contaminadas con las descargas de aguas negras de las ciudades y hoteles, amén de cientos de comunidades rurales e indígenas que carecen de agua.
Nuestra ciudad, y las de la comarca lagunera, desde hace tiempo que vienen sufriendo escases del vital líquido, sin que se remedie la sobreexplotación de nuestros mantos acuíferos.
La zona privilegiada que fue está al punto del colapso aunque se niegue tal circunstancia; las voces interesadas en negarlo son precisamente las que han abusado de su consumo.
Antes del reparto agrario el agua del subsuelo, se utilizaba para riegos de auxilio al algodón, además, mucha del agua se infiltraba dado que los canales eran de tierra.
A finales del siglo XIX, fueron pocos los pozos en uso; para los años 20´s se reportaron 40 pozos a una profundidad media de 50 a 60 m.
Pero con el auge algodonero que se dio después de Reparto Agrario se abrieron de manera masivas nuevas norias, al grado que en 1945 existían en operación 1560 pozos que extraían casi un millón de m3, iniciándose una considerable diferencia con la capacidad de recarga.
En 1949, la sobre explotación de los mantos acuíferos forzó a la Secretaría de Recursos Hidráulicos a instaurar una veda temporal y la prohibición de construir nuevos pozos dentro de la zona.
En 1952 se impuso una nueva veda al uso indiscriminado del agua; lo mismo sucedió en 1958.
El Plan de Rehabilitación de La Laguna fue totalmente insuficiente y se cometió el error de establecer una cuenca lechera cuyo resultado ha sido la intensificación de la extracción de agua de la cual más del 50% se destinaba a cultivar forrajes, aunque de ello casi se prohíba hablar.
Saltillo, tiene un notable problema para suministrar agua a su población; y ya los intereses de capital le han echado el ojo a el agua de General Cepeda y Parras, esperemos no se consume tan lúgubre crimen. Al borde de iniciar aquí y allá, una guerra ciudadana.