Mañana se cumplen 98 años del sacrificio del Varón de Cuatro Ciénegas sucedido el 21 de mayo de 1920, en Tlaxcalantongo, ranchería de la sierra de Puebla. Fue el desenlace de un golpe de estado que inició un mes antes, el 23 de abril de ese año, fecha en que se publicó el Plan de Agua Prieta, promovido por Adolfo de la Huerta, y Plutarco Elías Calles, como cabezas visibles pero en el que también estaba involucrado Álvaro Obregón, quien había tenido diferencias con el Presidente Carranza quien ante la sucesión presidencial apoyó a Ignacio Bonilla, haciendo a un lado las aspiraciones del general vencedor de Francisco Villa, brazo armado de la Convención de Aguascalientes.
Originalmente el Plan se llamó Plan Orgánico del Movimiento Reivindicador de la Democracia y de la Ley, donde se acusaba a Carranza de déspota y traidor a la Patria y a la voluntad popular. El día cuatro la prensa nacional comunicaba que generales antes fieles a Carranza se habían levantado en armas, y el día cinco que Álvaro Obregón había iniciado su avance a la Capital de la República, mientras que el General Francisco Murguía declaraba que estaba listo y con suficientes elementos para defender la capital. El día ocho de mayo Carranza lanza un manifiesto a la nación juzgando las actitudes de Obregón y Pablo González otra hora sus jefes de los ejércitos constitucionalistas, considerando que controlaría la rebelión y vencería al Ejército Liberal Constitucionalista.
Ante el avance Carranza decide trasladar los poderes a Veracruz, primero por tren que abandonaron ante el asedio constante de las fuerzas rebeldes, continuando a caballo la travesía; así a las cinco de la tarde llegaron a Tlaxcalantongo. Un cuarto rectangular con paredes de tabla fue el aposento del Presidente; cayó la noche y Carranza se acomodó en el lado opuesto a la puerta. Ya avanzada la noche un emisario de Mariel quien se había manifestado leal, llevó mensaje alentador; su misión era ver dónde estaba acomodado Carranza.
A las tres de la madrugada se oyeron descargas de fusilería precisamente sobre la parte donde dormía Carranza, quien herido recibió ayuda para sentarse en la improvisada cama, la fatigosa respiración evidenciaba que el Presidente estaba muriendo, a las cuatro veinte se consumó su vida.
La prensa dio la noticia del suicidio de Carranza.
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