Adán Augusto López Hernández, el secretario de Gobernación, llegó a Sonora en un avión de la Guardia Nacional y, acompañado del gobernador morenista Alfonso Durazo y de Mario Delgado, presidente del CEN de Morena, dijo lo siguiente: “Cuando le dijimos al Presidente que íbamos a venir a Sonora, dijo ‘¿y a que?’. Pues nos invitó el gobernador y los compañeros a hablar de la reforma eléctrica, pero la verdad es que no voy a hablar de la reforma eléctrica, vamos a apoyar el movimiento para que el 10 de abril los sonorenses y los mexicanos demostremos al mundo que somos capaces de apoyar al mejor Presidente en la historia moderna del México”.
Según el sicofante, el Presidente se habría burlado de la clara violación a la ley diciendo: “Hay que tener cuidado, no vaya a ser que te corran los del INE”, ante lo cual López Hernández le dijo: “Mire, no me pueden correr, pero supongamos que en uno de sus excesos me corran, pues me voy a parar con Durazo en la esquina de la calle Pino Suarez y Niños Héroes a decir ‘es un honor que me corran por apoyar a Obrador’”.
Les ahorro el resto de las regurgitaciones de López Hernández porque el asunto no es el chango sino quien le da los cacahuates: llevamos ya una o dos semanas de ver a nuestros funcionarios públicos, mismos que cobran de nuestros impuestos en el entendido de que trabajan para nuestros intereses, entregados en cuerpo y alma, como si en México no hubiera asuntos pendientes, a la promoción de ese gran ejercicio caro, inútil y narcisista que es la revocación de mandato. La ley que prohíbe esas conductas, impulsada con todo por el Presidente cuando era oposición, hoy es vejada por estorbarle ya en la silla.
López Obrador respaldó a su secretario, como ha respaldado a sus criminales afiliados las muchas veces cuando han robado, huido y los han pescado, afirmando que López Hernández, “para que se tranquilicen, se serenen los adversarios, está ayudándome en la transformación”, y no dejó pasar la oportunidad de enlodar al INE, ese escollo en sus sueños de perpetuidad política: “Desde el principio debieron promover la consulta, no actuar de manera tramposa guardando silencio, no difundiendo la consulta para que la gente no se enterara, instalando casillas en lo más apartado… pura trampa”.
Además de no entender el mundo, López parece tampoco entender el servicio público: los poderes de la investidura le fueron entregados no para que se sirva de ellos, sino para que con ellos sirva; no son suyos, él solo es el administrador temporal que designamos y remuneramos entre los ciudadanos. Cuando ha aniquilado por tozudez o mezquindad obras de infraestructura o programas destinados a atendernos para pasar a entregar dinero sin recibo y con fines clientelares, o cuando se emperra en gastar nuestros recursos en elefantes blancos o ejercicios vacuos, está causándonos, en el mejor de los casos, un fuerte daño patrimonial. Que por hacer su chamba, y hacerla ejemplarmente mal, espere ser tratado como un prócer de dimensiones históricas es para botarle las canicas al más plantado.
Lástima que tampoco lo podamos correr. Al menos no hasta 2024.
Roberta Garza
@robertayque