El regiomontano y director de Miss Universo, Raúl Rocha Cantú, tiene cerca de 14 empresas, pero yo siempre lo recordaré por una de ellas: el Casino Royale, donde el 25 de agosto del 2011 un comando del cártel de Los Zetas cerró las salidas y le prendió fuego al local, quemando vivas a 52 personas. 53, si se cuenta el nonato de una mujer embarazada.
Los primeros detenidos confesaron que buscaban asustar a Rocha para que pagara los 130 mil pesos de derecho de piso que le debía al cártel. Pocos días antes del ataque, Jonás Larrazabal, hermano del entonces alcalde panista de Monterrey, Fernando Larrazabal, fue visto recibiendo fajos de dinero en ese mismo casino. En un video los mete en una caja de zapatos, en otro, se retaca las bolsas con ellos. Y no fue la primera vez, ni sólo en ese casino; quienes se negaban a pagarle pronto recibían la visita de sicarios que encañonaban a los clientes y destrozaban los locales. Cuando, poco después, las autoridades estatales apañaron al hermano incómodo por extorsión, los Larrazabal alegaron que ese dinero era producto de la venta de quesitos de Oaxaca, nomás.
A poco del siniestro Rocha Cantú salió huyendo hacia Miami, en parte para protegerse de las autoridades y en mucho para esconderse de los narcos. Pero el tiempo todo lo borra, y cuando se enfriaron esos cadáveres Rocha regresó a México a seguir regenteando sus negocios gaseros y de entretenimiento. Y lo ha de hacer muy bien, porque en 2023 compró el 50 por ciento de Miss Universo.
Este 2025 la mexicana Fátima Bosch Fernández se hizo de la corona, y el país entero, teniendo tan poco de qué alegrarse, se regocijó. No se habían secado las flores del festejo cuando el músico Omar Harfouch hizo pública la razón de su renuncia al jurado, acusando en sus redes que a la mexicana la había dedeado el dueño de Miss Universo, presionando a los jueces los días anteriores al concurso para que votaran por ella. ¿Por qué? Pues por sus negocios, dijo. Y Harfouch no se fue solo; otros dos jurados renunciaron con él, aunque sin aclarar los motivos.
De allí se desgajó el resto de la madeja. Resulta que la empresa del regiomontano, Soluciones Gasíferas del Sur, tiene contratos con Pemex por muchos millones de pesos, contratos que le fueron otorgados siendo Bernardo Bosch, el padre de la novel reina de belleza, directivo de la paraestatal.
Tanto Rocha como Bosch salieron como queseros de Oaxaca a negarlo todo, incluso que se hubieran conocido antes. Al igual que Rocha, esta no es la primera vez que Bosch se ve enredado en actos cuestionables. Hace seis años la Fiscalía General lo investigó por no poder justificar ingresos por 6 y medio millones de pesos, muy por encima de su sueldo, inhabilitándolo la Secretaría de la Función Pública por 10 años. No duró ni uno en la banca: pronto el Tribunal de Justicia Administrativa invalidó la penalización y Bosch volvió por sus funciones como subdirector de Seguridad y Salud y asesor del director general de Pemex.
Ya ni en la frivolidad puede uno refugiarse de la podredumbre patria, carajo.