Esta semana fue la comparecencia de la titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana ante el Pleno del Senado de la República. En la forma, un evento que brilló más por reproches e insultos que nada aportan a la seguridad pública del país. En el fondo, se escuchó más de resultados (no impacto) de una estrategia que parece más bien atender consecuencias y no causas. Muestra de ello es la permanencia de los cuerpos militares en las calles, algo funcional para la inmediatez de ir a apagar, inhibir o contener episodios de violencia, esas consecuencias que diariamente inundan medios de información y redes sociales con una trágica nitidez.
Uno de los principales mensajes de la compareciente fue el rechazo categórico de la militarización en México. Habló, por ejemplo, de la última Encuesta Nacional de Seguridad Urbana (ENSU) del INEGI en donde la Marina y Ejército tienen mayor nivel de confianza ciudadana con 86.6% y 83.8% respectivamente, mientras que la Policía Preventiva Municipal y la Policía Estatal en los últimos lugares con 47.9% y 53.8%, respectivamente. Aunque no aclaró que la percepción no es un dato duro como sí lo es un homicidio y que dista de ser información que pueda dar sustento a una decisión de esa dimensión.
Y claro, habrá quien diga con toda razón que hay muchas quejas ciudadanas y documentadas de policías en todo el país que aprovechan su cargo para cometer abusos o delitos. Un reto que muchos países enfrentan y no por ello cambian la estructura con parches reformadores, buscan más bien atenderlos con soluciones innovadoras. Por ejemplo, en la ciudad de Firozaban, Uttar Pradesh, India se creó FIR (First Information Report) un portal para denunciar delitos o corrupción de policías que busca generar la certeza de que la denuncia ciudadana será atendida conforme a la ley y sin manipulaciones. Se aprovechó tecnología Blockchain para garantizar una ruta de información inalterable que garantiza condiciones de transparencia, trazabilidad, transmisión de datos y eliminación de procesos burocráticos. Algo lejano para México si se atiende a que ni el fortalecimiento tecnológico ni el desarrollo policial son prioridad.
Suponiendo sin conceder que la estrategia militar es correcta, llamó la atención no escucharle hablar de una estrategia estructurada, robusta y creíble para comenzar (ya muy tarde) a redignificar la seguridad pública en México y encausar la encomienda que la Constitución le asigna: salvaguardar la vida, las libertades, la integridad y el patrimonio de las personas, contribuir al orden público y la paz social. En 2021 la ciudadanía prefirió no denunciar más de 26 millones de delitos cometidos. ¿Será que ahora acudirá a denunciar delitos con los militares para echar a andar un sistema de procuración de justicia en donde las policías no dejan de ser una parte fundamental?
Ricardo Coronaricardo.corona@koalsulting.com